Mostrando entradas con la etiqueta Mis Cuadernos de las islas Griegas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mis Cuadernos de las islas Griegas. Mostrar todas las entradas

martes, 21 de noviembre de 2017

Lefkes, en mitad del Egeo

Éste es el primer poema que escribí en Grecia, fue en Lefkes en la isla de Paros en el centro del Egeo. Hace ya muchos años, pero mi pasión por esas islas no ha mermado, sino todo lo contrario. He publicado tres poemarios de viaje y otro, "Islario de pasiones", inspirado en estos mares donde vuelvo cada año, y en 2021 mi guía poética "Por las islas griegas", que he revisado y ampliado en 2023, pero tengo un cariño especial a este poema, porque fue el inicio de una apasionante relación con ese islario.

Lefkes en Paros, tras el canal la isla de Naxos

LEFKES, EN MITAD DEL EGEO

Desde la terraza me pongo a escribir,
las cosas que veo, las cosas que siento.

Abajo, hacia el valle, la torre de mármol,
blanco sobre verde, fondo de cipreses;
en lo alto la iglesia sobre la colina,
esa inmensa iglesia de mármol rosado,
junto al cementerio, que cae por el bosque
sembrando de rostros la paz de los muertos.
Paisajes de Lefkes, paisajes del mármol.

Completando el cuadro, un pueblo de blanco
con el arco iris que alumbran sus flores,
antiguos oficios viviendo en sus calles
y ese azul tan griego pintado en sus puertas.

Tañe la campana que anuncia la noche
y Naxos al fondo, detrás del canal,
enciende sus luces, perfila su costa;
ausente la luna, que esta noche libra,
no hay puentes de plata que crucen la mar.

Sin puentes ni luna me he puesto a escribir,
ojalá consiga con mi verso pobre
decir lo que siento, lo que ven mis ojos
al recorrer islas de mi mar Egeo.


Ricardo Fernández Esteban, 2001 ©

El mármol de Paros es considerado el mejor de Grecia, el más blanco y traslúcido, y se ha explotado desde la antigüedad. De este mármol se esculpió la Venus de Milos.

Desgraciadamente, Lefkes ha cambiado en estos años y los antiguos oficios han sido substituido por negocios más turísticos, pero sus callejuelas y plazas siguen manteniendo su atractivo.
Aquí tenéis unas fotos de Lefkes, y tenéis que recordar que el original siempre supera a la copia.













En estos años he escrito muchos poemas sobre las islas para no olvidar lo que el paso inexorable del tiempo difumina, y al releerlos recuerdo dónde y por qué nacieron. Ahora, como os he dicho, los tenéis recopilados en "Por las islas griegas" una guía poética que recorre más de 70 islas y más de 20 años de viajes, con mis recomendaciones personales sobre lugares, hoteles y restaurantes. Aquí la tenéis a un clic en Amazon en papel y en digital.


martes, 20 de junio de 2017

Si el paraíso tiene playa, estoy en ella.

Las últimas semanas, he recargado las pilas navegando con unos amigos por el Dodecaneso y luego he hecho unas singladuras por tierra en un par de islas del Egeo. Hoy, a punto de volver, he escrito esto y si tiene algún mérito no es mío, simplemente he descrito lo que me rodeaba.
  
Sombra de tamarisco, aguas traslúcidas y soledad...

SI EL PARAÍSO TIENE PLAYA, ESTOY EN ELLA

Es junio en el Egeo:
Si el paraíso tiene playa, estoy en ella,

un amplio tamarisco de sombrilla,
un ligero "meltemi" que refresca,
un agua mucho más que transparente
un horizonte azul sin motoras ni velas,
el son de las cigarras, el runrún de las olas
y la absoluta soledad que nos rodea.
En resumen, me siento como Adán
y a mi lado está Eva.

Por si crees que me fui hasta el confín del mundo
y hay que andar muchas horas, pues apenas
tengo el coche a dos pasos,
y a sólo diez minutos  me espera una taberna,
con pescado del día y delicias del huerto
para reponer fuerzas.
Coincidirás conmigo
que esto, más que un poema,
es definir lo que es felicidad
en una incógnita isla griega.

Ricardo Fernández Esteban ©


El "meltemi" es el viento del norte que refresca las islas del Egeo. Los tamariscos crecen en la arena al borde del mar, que llegan a cubrir con su sombra.


Un horizonte azul sin motoras ni velas...

Es mejor que no revele la ubicación de este paraíso, ya llevamos demasiados paraísos perdidos en el camino y hay que cuidar los pocos que nos quedan. Pero para que no digáis que soy avaricioso, aquí encontraréis un pequeño cuaderno de bitácora de dos viajes en barco por el Dodecaneso desde Kos a Samos y desde Rodas a Kárpazos donde hemos fondeado en muchos paraísos. Hay tantas islas en el Egeo, que por mucho que la invasión turística avance siempre quedan algunas que conservan lo que nuestras costas perdieron hace mucho tiempo.

A dos palmos del agua, esperando el pescado

















Mi libro "Por las islas griegas", revisado y ampliado en 2023, recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).


viernes, 18 de marzo de 2016

Folégandros (act. III-22)

Escribí este poema tras mi primera visita a Folégandros, una isla en el centro del Egeo, en 2004. El tiempo pasa y los entornos y las ilusiones cambian, pero la isla sigue mereciendo mucho más que una visita.

La "Panaghía" de Folégandros (iglesia dedicada a la Virgen)

FOLÉGANDROS

Folégandros, Folegandros, (*)
me gusta escuchar tu nombre
mientras revivo tus mares,
y sueño pisar tus montes.

El pueblo de las seis plazas
hierve de gente en la noche,
capillas en cada esquina,
cien iconos para un pope.  

Las calles son como ríos,
las plazas son los remansos;
en los cafés las parejas
—sobre las mesas de mármol—
beben “ussos” y licores
frente a fichas de "backgammon",
a sus lado les contemplan
las miradas de los gatos.    

Hibiscos y buganvillas
que crecen entre las piedras,
perfuman a las familias
bajo un techado de estrellas;
a lo lejos sobre el mar
despunta la luna llena
y entre las voces se escucha
cantar a Cesaria Évora.

En las tabernas, mujeres     
cortan pepinos, pimientos,
tomates y queso feta;
mientras, sobre los braseros,
corderillos van girando
en las espadas de fuego;
luego, los hombres los cortan
en pedacitos de cielo.

Cuando llega el medio día,
barcos que van a las playas
abren el azul del mar
y derraman sangre blanca,
en sus vientres los viajeros
contemplan, sueñan y callan;
arriba, cien mil bancales      
domadores de montañas
del barranco hacen terrazas.

Por los estrechos caminos     
circulan burros de carga,
sobre sus lomos los viejos
los van azuzando y cantan
recuerdos, viejas historias
de vidas duras e ingratas
de otros tiempos de esta isla
y de sus gentes tan bravas.

Folégandros, Folegandros, 
me gusta escuchar tu nombre    
recordando tus seis plazas,
tus capillas, tus olores,
las cenas bajo la luna,
los bancales de tus montes,
el azul que te rodea,
todos tus otros colores
y lo mucho que aprendí
de tus días y tus noches. 

 Ricardo Fernández Esteban  ©

(*) Folégandros, se pronuncia así en griego con acento en la "é", aunque erróneamente se suela decir Folegandros.  

 


 

En estos años he vuelto muchas veces a Folégandros y la influencia del turismo se hace patente. La isla se está poniendo peligrosamente de moda, pero como cuento en este otro poema A pesar de mis quejas, no se está nada mal aquí en Folégandros , sigue manteniendo su encanto. En una de mis últimas visitas en 2020 escribí este otro poema sobre ¿Qué fue lo que me atrajo de Folégandos?, porque sigue siendo así.


El Kastro de la Jora. La parte amurallada más antigua del pueblo.

Una puesta de sol desde la Jora, la foto es mía y el color es real.


Estos poemas están incluídos en mi libro "Por las islas griegas", renovado y ampliado en 2023, que recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre los lugares y establecimientos que prefiero. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona)


domingo, 9 de agosto de 2015

Recordando Andíparos (act. XI-21)

Andíparos es una pequeña isla griega separada de su isla madre, Paros, por un canal de sólo una milla de amplitud. Pero, más que una milla, es (o era, porque todo se va perdiendo) la diferencia entre un lugar turístico y otro que recuerda lo que en nuestras costas perdimos hace mucho. 

Despotikó, Andíparos y Paros

CRUZANDO EL CANAL

Un canal de una milla es más que suficiente
para que aísle —nunca mejor dicho—
Andíparos de su isla madre Paros,
para reencontrar al mundo de otra época
para sentir crecer deseos de quedarse,
para cambiar el transitar por residir

y para  enraizarse contemplando
como atardece el sol frente a Despotikó.


Ricardo Fernández Esteban (2001)©



Al sur de Andíparos hay otra isla, Despotikó, también separada por un canal pero éste sólo de poco más de cien metros, que era un paso más hacia el paraíso. Tanto que en su día no la quise pisar, por aquello de ser pronto para las Ítacas. 

Despotikó al fondo, tras la capilla de Aghios Georgios



PIEDRA Y CONCHA

En el canal de Despotikó
se mecen dos barcos.

Hago saltar piedras sobre el mar
y me guardo una.

Han plantado un par de tamariscos,
la taberna es nueva
y un cartel anuncia travesías.
Recorro la playa
y cojo una concha de la orilla.

Piedra y concha para recordar
que nunca pisé Despotikó.

Ricardo Fernández Esteban (2004) ©



Entre esos dos poemas median pocos años de distancia por los alrededores del cambio de siglo, pero los cambios son rápidos y las oportunidades hay que cogerlas al vuelo. Volví a Andíparos en 2009 y tampoco pisé Despotikó, esperé hasta 2019 para llegar al momento de hollar mi "Ítaca".


PONGO PIE EN DESPOTIKÓ

Devuelvo piedra y concha al mar
en el embarcadero de mi Despotikó.
Dieciocho años después cruzo el canal
y pongo pie en mi Ítaca,
que como todas las islas deseadas
solo ha sido una excusa, que el camino
siempre es más importante que el destino.
Cumplida la promesa, ya es momento
de buscar buen amarre
olvidando el rosario de fondeos,
la rosa de los vientos
y los puentes de plata en el azul.

Ricardo Fernández Esteban (2019) ©


Acabo de publicar en octubre de 2021 "Por las islas griegas", una guía poética por más de 70 islas y sus mares, con mis recomendaciones de los lugares que prefiero, fruto de mis más de 20 años viajando por ese islario. Aquí la tenéis disponible a un clic en varios formatos en Amazon.

Una playa de Andíparos


Andíparos desde el norte





viernes, 4 de julio de 2014

¿Cuál es la mejor playa de Grecia?

Una de las preguntas que me suelen hacer, cuando mi interlocutor sabe que yo he visitado más de sesenta islas griegas, es cuál es la mejor playa. En este poema intento dar unas cuantas pistas.


La playa de Simos en la isla de Elafonisos al sur del Peloponeso. Se puede acceder por ferry (10 minutos) y luego unos kilómetros carretera hasta el sur de la isla. Tiene instalaciones turísticas.


 ¿CUÁL ES LA MEJOR PLAYA DE GRECIA?

Simos, al sur de Elafonisos,
dicen que es la mejor de las playas de Grecia.
Y no está mal, es cierto, aunque quizás
su tocaya de Creta la supere
o, en esa misma isla, la de Balos,
o Kolona de Kitznos, o Manganari en Ios,
o tantas otras muy nombradas
que encontraréis buscando en internet.
Todas son de postal y son famosas
—algunas a resguardo de autocares y otras no—
pero la fama suele ser
muy mala consejera, y los turistas
—andando, navegando o como sea—
quieren poner la muesca en su smartphone
archivo de memoria del presente.

Por eso me pregunto: ¿Qué es mejor?
Y como doy doctrina, me respondo:
Para mí lo mejor es lo más puro,
lo que está igual que hace cien años,
donde la sombra es de olivo o tamarisco
y no de parasoles con tumbonas,
la música es del mar sin altavoces,
y si quieres comer, o vas servido
o pasas hambre y sed pues no hay tabernas.
Quizás no las recubran a esas playas
arenas de oro fino, ni  idílicos entornos
se muestren en postales de cuando el preturismo
—porque todo fue virgen, hasta lo que nombré—,
pero el agua es azul, azul egeo,
y no has de compartir el escenario
con máculas turísticas,
el escenario es tuyo y de tu compañía.

Presiento tu pregunta y me adelanto:
¿Cuáles son? ¿Dónde están? ¿Cómo puedo llegar?
Perdona que lo oculte,
no hago publicidad en el poema.
El producto requiere discreción
si quiere seguir siendo un paraíso

Ricardo Fernández Esteban ©


Elafonisos en el poniente de Creta. No está en zona turística, pero la atacan autocares y coches procedentes de esas zonas. Tiene tabernas.


Balos en el extremo noroccidental de Creta. Se accede por barco o por un sendero desde un parking al que se llega por un camino que cuando yo fui estaba en muy mal estado. Tiene taberna


Kolona en la isla de Kitznos. Un istmo de arena con dos tamarindos por sombrilla. Acceso por barco o un mal camino de tierra. Tiene taberna.


Manganari en la isla de Ios. Una amplia bahía con varias playas. Acceso por carretera e instalaciones turísticas.


La playas anteriores son muy bonitas, pero son playas conocidas. Permitidme que guarde el secreto de las muchas playas que aún están a salvo de invasiones turísticas. Toda precaución es poca para que puedan seguir en la lista.


Mi libro "Por las islas griegas", revisado y ampliado en 2023, recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).




sábado, 8 de febrero de 2014

Otra vez en la Jora de Amorgós

Las Joras son las antiguas capitales de las islas del Egeo. Pueblos bancos de intrincadas y escalonadas calles que intentan resistir la llegada del turismo. La de Amorgós, en las Cícladas, es una de mis preferidas y de momento va manteniendo su encanto. ¡Qué dure y qué lo podamos disfrutar! 


Otra vez en la Jora de Amorgós
con miedo de encontrarla diferente,
temiendo que los años transcurridos
la hayan turistizado. Pero no,
subiendo por la calle principal
los bares y tabernas son los mismos,
alguna tienda nueva de artesanos
se integra sin problemas, nada cambia
y lo que cambia no me desentona.

Esa mezcla en la justa proporción
entre lo viejo y nuevo, porque el pueblo
disfruta de la vida, pocas prisas,
con turismo integrado en sus quehaceres,
con sus flores, sus calles intrincadas,
sus plazas, sus capillas y sus músicas.
 
La Jora no renuncia a sus costumbres,
mantiene su pasado y no se vende,
vislumbra su futuro y no lo compra.
La Jora nos ofrece, como siempre,
su banderín de enganche, su equilibrio,
¡qué más podemos ser que admiradores
con ganas de pasar a residentes!

Cuadernos de las islas griegas.
Ricardo Fernández Esteban ©


ADENDA DE SEPTIEMBRE DE 2020

Escribí este poema 2007, en mi tercera visita a Amorgós. He vuelto después bastantes veces y sigo confirmando lo dicho. Espero hacerlo también la próxima vez, pero cada vez es mayor el peligro de la masificación y mejor evitar las épocas de aglomeraciones. Aquí tenéis unas cuantas fotos de la Jora, y en este enlace otro poema que le dediqué el año pasado ¿Cuántas capillas conviven el la Jora de Amorgós? y los que he dedicado a Nikuria, una pequeña isla su costa norte.









Estos poemas están incluídos en mi libro "Por las islas griegas", revisado y ampliado en 2023, que recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).


           



sábado, 19 de octubre de 2013

Costa Norte Egea

En las islas del Egeo las costas más acogedoras son las del sur, ya que norteñas suelen estar batidas por el Meltemi, pero en los escasos días en que soplan vientos del sur es un placer descubrir rincones en esas costas salvajes. Este poema se escribió en Anafi, la isla más al sur de las Cícladas, un día de suave austral cuando su costa norte se nos abría excepcionalmente con todo su esplendor, en la pequeña cala de guijarros conocida como Agios Georgios (San Jorge) por la ermita dedicada a ese santo.


COSTA NORTE

Cuando sople el austral, vete a la costa norte,
y descubre otra isla tan distinta del sur.
Por caminos de tierra, en medio de la nada,
encontrarás capillas de profetas y santos,
cuidadas, con iconos y con llamas perpetuas,
¿quiénes serán sus fieles en esta soledad?
Escoge  luego un valle que rompa acantilado
y descienda entre verdes a morir en su cala,
un simple “codolar” de desgastadas piedras.

No busques aquí arenas, estamos en el norte
donde reina el meltemi que en este breve exilio
—por las prisas que tuvo— se olvidó de cerrar
los palacios de encanto de su costa salvaje:
piscinas en las rocas, un cielo en el infierno,
aguas para ti solo que, al ser hoy un remanso,
muestran fondos magníficos, transparencia infinita,
paz y virginidad en la otra costa egea.

Más islas, más adendas de Grecia.

Ricardo Fernández Esteban ©


El austral es el viento del sur que es raro en el Egeo en verano, en cambio el Meltemi es un fuerte viento del norte que suele soplar en verano en las islas egeas. Codolar es como se llaman en catalán a las playas de guijarros (còdols), ésta me recordó a algunas de la coste norte menorquina cuando aún estaban a salvo del turismo.

La cala de Agios Georgios, un día de viento austral.
La capilla del Profeta Elías, cercana a la de Agios Georgios.
Tanto monta monta tanto, blancas, cuidadas y sobre el mar.


Este poema está incluído en mi libro "Por las islas griegas", ampliado en 2023, que recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).


sábado, 10 de agosto de 2013

Santorini: Sombras y luces


Este poema está dedicado a Santorini, isla griega que sufrió una explosión volcánica en el siglo XVII a.C. que se llevó parte por los aires dejándola con  forma de cruasán. Hoy la isla está sometida a otros ataques: el turismo de masas o los cruceros que fondean en su caldera (el cráter que parece de plata en las noches de luna llena) y descargan toneladas de pasajeros que ascienden caminando, por teleférico o en taxi-burro hasta Firá a 200 metros de altura en el borde del precipicio. El resto os lo podréis imaginar, souvenirs, aglomeraciones, comederos turísticos, bares de copas, etc.

Vista general. En lo alto la isla de Ios, y a la derecha asoma Anafi

SANTORINI: Sombras y luces

Ya brilla la luna sobre la caldera,
y en agua de plata
fondean cruceros que al nacer el día
soltarán su carga con más de lo mismo:
Miles de turistas, meros transeúntes.
Unas pocas horas para recorrer
las tiendas, los bares y los callejones
que muestran lo falso,
lo que llaman típico que sale en las guías,
lo que quieren ver esos cruceristas
que bajan en barca,
que suben en burro por las escaleras
del muelle a Firá,
y dan una vuelta, y vuelven al barco
diciendo “bonito”, y guardan en fotos
sus falsas imágenes de pura postal.

¡Qué pena, qué lástima, si es ésta su Grecia!
No viven lo auténtico:
Recorrer sus montes, sus playas, sus pueblos,
comiendo de huerto, de corral o barca
en una taberna… a un palmo del mar.
Gozar de su azul, su fucsia y su blanco,
y ponerle nombre a una de sus luces,
a una de las miles que alumbran su cielo.

Ya se van los barcos y llegarán otros,
hoy en Santorini y mañana en Mýkonos.
¿Y qué es lo que han visto?,
nada más ni menos que lo que han buscado.
Pero, qué me importa
si no hacen, por suerte, escala en Folégandros.
¿Fole qué? —preguntan—
y yo les respondo: Nada cosas mías.
¡Qué lujo de barco!, ¡qué suerte tenéis
que veis tantas cosas sin mover maletas,
qué envidia me dais!


“I love Santorini”,
pero por la noche, cuando es madrugada,
sin hordas turísticas en Firostefani,
con suave "meltemi",
con calles vacías,
con todo el silencio,
con la luna llena sobre la caldera,
con su mar de plata, que aquí sí es de plata,
con sus mil terrazas con blanco de cal,
con verde y con fucsia de sus buganvillas.

Hay dos Santorinis,
el de los turistas y el que un día fue nuestro.


Cuadernos de las islas griegas.

Ricardo Fernández Esteban ©

A pesar de todo, por la noche cuando desaparece el turismo de paso y alejándose del núcleo de Firá, en Firostefani todavía se puede disfrutar de la vista de la caldera desde el camino de ronda del acantilado; os dejo dos muestras. También son recomendables sus maravillosas puestas de sol, aunque la soledad es más problemática.



Adenda de 2020: Ya que os he comentado sus puestas de sol, aquí tenéis una desde Firostefani. La primera isla que se ve es Zirasia (parte de la antigua Santorini). El perfil sobre el que se pone el sol es Folégandros, la isla que menciono en el poema y que desgraciadamente también está siendo invadida por el turismo, aunque más fashion; aquí tenéis el último poema que le he dedicado y podréis acceder a otros, Por fin, el perfil de la derecha es Síkinos, aún pura Grecia.



Adenda de 2023: "Por las islas griegas" es una guía poética que recoge mis viajes durante más de 20 años por más de 70 islas griegas con mis recomendaciones personales sobre los lugares que prefiero. Guía que he revisado y ampliado en abril de 2023. Aquí tenéis más información del libro y en este enlace lo podéis conseguir en Amazon.