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viernes, 27 de febrero de 2015

¿Dónde habita la buena poesía?

¡Vaya pregunta que me hago! El tema trata de la cantidad de escritos que proliferan por las redes sociales disfrazados de poemas sin contenido ni continente. Pero empiezo cuestionándome si en algo tan personal como es la poesía hay baremos para calificar algo de bueno.


¿Dónde habita la buena poesía? 

Es probable que sea pretencioso
querer calificar con lo de “bueno”
algo tan personal como un poema.
Mejor, orientaré mi ansiada búsqueda
hacia aquellas "palabras en que vibro”

Entro en materia y busco por las  redes.
Pesco mucha morralla y lo peor
no son los pescaditos de bajura,
que no engañan a nadie y saben bien
con ese alegre soniquete popular.
Peores son aquellos que se venden
con “salvaje” de epíteto, como excelsas lubinas,
y ni siquiera son de "piscifacto", son de plástico
cubierto de cursilería o falsa críptica.

¿Está entonces desierto el mar poético?
Por suerte no, pero tendrás que trabajártelo.
Deja la red y pesca con la caña
cerca del arrecife donde habitan los riesgos
y los poemas crecen sin plancton de “bonito”
ni “me gustas” tatuados en las branquias.
Ponles de cebo un verso que evite el oropel
y acudirán a ti para hacerte vibrar.
Luego, déjalos libres en sus rocas,
creciendo entre mareas y galernas,
pues no nacieron para ser domesticados.

No menciones a nadie el caladero,
salvo que sea de toda confianza,
muchos irían a pescar con dinamita
o con pienso de halago complaciente.
Los poemas se han de cobrar a pulso,
para que descubramos su esplendor
donde habita la buena poesía.

Ricardo Fernández Esteban ©


A pesar de la perorata no pretendo dar doctrina, sino sólo expresar una opinión particular. ¿Quiénes somos nosotros para dar doctrina poética? Todo lo más podemos enseñar a etiquetar el alimento poético, comentar por qué algo suena musical o no, e indicar si se respetan las normas gramaticales.

Los gustos son algo personal que no tiene por qué coincidir con la normativa. Ahora bien, para saltarse la normativa es conveniente conocerla para que sea una acción consciente y, por mucho que uno se la salte, siempre suele quedar un sustrato. Se dice que: La cultura es el poso que queda cuando se olvida lo que se ha aprendido. 

Bueno pues hablando de poesía, creo que el gusto se mejora con la lectura de buenos poetas, cuyas palabras nos hagan vibrar, y siendo receptivos a los comentarios que vayan más allá del halago fácil que a nada conduce. 

Me despido con un enlace a un soneto de vena satírica sobre este tema de la crítica: La crítica es necesaria para la mejora poética.

Y ya que he hablado de normativa, de "La métrica poética", he publicado un tratado sobre el tema, "La métrica poética del idioma español", revisado y ampliado en diciembre de 2023. Como os he dicho, opino que siempre es bueno conocer los porqués del ritmo poético, porque "hasta para saltarse las normas hay que conocerlas previamente, si no queremos que el salto sea al vacío..."


viernes, 20 de febrero de 2015

Miquel Costa i Llobera. El pino de Formentor

Miquel Costa i Llobera (Pollença, 1854 - Palma de Mallorca, 1922) sacerdote y poeta que escribió en catalán, y también publicó en español y en latín. De su poema más conocido El pino de Formentor , en una península con agrestes acantilados situada en el extremo de la costa norte de Mallorca, hizo numerosas versiones. Ésta es la que publicó en castellano en su libro Líricas y hunde sus raíces en la tradición clásica.



EL PINO DE FORMENTOR (Electus ut cedri)

Hay en mi tierra un árbol que el corazón venera:
de cedro es su ramaje, de césped su verdor;
anida entre sus hojas perenne primavera,
y arrastra los turbiones que azotan la ribera,
añoso luchador.

No asoma por sus ramas la flor enamorada,
no va la fuentecilla sus plantas a besar;
mas báñase en aromas su frente consagrada,
y tiene por terreno la costa acantilada,
por fuente el hondo mar.

Al ver sobre las olas rayar la luz divina,
no escucha débil trino que al hombre da placer;
el grito oye salvaje del águila marina,
o siente el ala enorme que el vendaval domina
su copa estremecer.

Del limo de la tierra no toma vil sustento;
retuerce sus raíces en duro peñascal.
Bebe rocío y lluvias, radiosa luz y viento;
y cual viejo profeta recibe el alimento
de efluvio celestial.

¡Árbol sublime! Enseña de vida que adivino,
la inmensidad augusta domina por doquier.
Si dura le es la tierra, celeste su destino
le encanta, y aun le sirven el trueno y torbellino
de gloria y de placer.

¡Oh! sí: que cuando libres asaltan la ribera
los vientos y las olas con hórrido fragor,
entonces ríe y canta con la borrasca fiera,
y sobre rotas nubes la augusta cabellera
sacude triunfador.

¡Árbol, tu suerte envidio! Sobre la tierra impura
de un ideal sagrado la cifra en ti he de ver.
Luchar, vencer constante, mirar desde la altura,
vivir y alimentarse de cielo y de luz pura...
¡Oh vida, oh noble ser!

¡Arriba, oh alma fuerte! Desdeña el lodo inmundo,
y en las austeras cumbres arraiga con afán.
Verás al pie estrellarse las olas de este mundo,
y libres como alciones sobre ese mar profundo
tus cantos volarán.


Miquel Costa i Llobera (Líricas 1899)


Por si queréis un buen análisis de la obra y comparar la versión catalana con la castellana os enlazo el trabajo: La tradición clásica y bíblica en “El Pi de Formentor” de Rafael Ramis Barceló.

Aquí tenéis un vídeo de la versión catalana del poema cantada por María del Mar Bonet 


viernes, 13 de febrero de 2015

León Felipe

León Felipe (Tábara, Zamora 1884 - Ciudad de México 1968) otro de nuestros grandes poetas del pasado siglo. Dice Luis Alberto de Cuenca que le gusta el viento heroico e irreal que sopla en sus poemas, arrancándolos de la atmósfera cotidiana que parece reinar en ellosHe escogido un largo y conocido poema, que me gusta mucho y que en parte es un autorretrato. Si queréis leer más de su obra, os dirijo a la antología recopilada en A media voz




















¡QUÉ LÁSTIMA!

¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después... ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque..., ¿qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!

Sin embargo...  en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca...
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa...
Ella entonces me llama ¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.
Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca...
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana...
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana...
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa...
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!


León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa)


Aquí tenéis a Paco Rabal recitando magníficamente el poema en este vídeo:  


Por último, como siempre, os recomiendo acudir a la obra escrita en papel, porque no todo tiene que ser digital y un libro en las manos es una buena compañía. Por ejemplo, esta Antología poética suya publicada por Alianza Editorial. 


viernes, 6 de febrero de 2015

Lunático

Este poema quería tratar de la luna y sus relaciones etimológicas (por ejemplo con lunático), pero derivó por otros derroteros sobre las relaciones humanas, el amor y el desamor. Lo que no es nada extraño pues muchas veces, como dice el gran poeta Enrique Badosa: uno no escribe un poema, sino que el poema le escribe a uno.


LUNÁTICO QUE FUI
¿Por qué viene lunático de luna?
¿Cuánto hay de cierto que si luce llena
te puede transformar en un licántropo
que aflore en ti la fiera que hay dormida?

Lunático por ti, fui hombre lobo
o cordero pascual, si lo pedías,
mas constato que tú, como la luna,
te creces y descreces en pasiones.

Hoy toca que estés llena y todo vale,
hasta que pronto mengües y los celos
te lleven a la nueva discusión
que olvidarás, voluble, cuando crezcas.

Este fiel selenita, mi lunática,
deja de ser satélite de ti;
cansado de tus fases, el licántropo
echa el diente a las otras del astral.

Llevas razón, la fiera ha despertado
y abandona tu cárcel. De "luneo"
salgo de caza en busca de una estrella
y en vez de tibia luz encuentro un sol:

Tierno cobijo en cada amanecer
que me da rienda suelta por las noches.
"¿Lo entiendes, cielo? ¡Cómo no escoger
pasión con libertad y sin reproches!"

Ricardo Fernández Esteban ©


Pues ya veis a lo que puede llevar un poema que simplemente quería tratar de la luna, satélite con el que se relacionan muchas palabras, bastantes de ellas con sentido peyorativo. Aquí he citado: Lunático (del latín lunatĭcus): que padece locura, no continua, sino por intervalos, y Licántropo (hombre lobo): el que, según la tradición popular, se convierte en lobo las noches de plenilunio

En cambio Lunear: (en Méjico) salir de caza, pesca o paseo cuando hay luna, ya me parece mucho más atractiva, sobre todo cuando se caza a un sol que te da rienda suelta por las noches. Ya lo dijo Sabina: Peor para el sol que se mete a las siete / en la cuna del mar a roncar, / mientras un servidor / le levanta la falda a la luna. ¿Por qué será que ese círculo vicioso vuelve a llevarnos a la luna?

Respecto a la última estrofa con rima en este poema blanco de endecasílabos, salió así para rematarlo, ¿y por qué no dejarla?



Foto: Deri Cátedra


Foto: Marcos Laguna



Adenda de 2023: Este poema está incluido en mi libro "Pensando en ti y en vosotras” en que el narrador recuerda a las mujeres reales o imaginarias que han cruzado por la senda de su vida. Aquí lo podéis conseguir en Amazon en papel y en digital. Si lo adquirís, espero vuestros comentarios, la publicación de un libro ha de ser un camino compartido por autor y lector.