Conocí a Silvio Manuel Rodríguez Carrillo (Asunción, Paraguay, 1972) en el portal poético Ultraversal; web poética de calidad, pero de complicada idiosincrasia. Silvio se dedica a muchas cosas, dentro del mundo literario y cultural, pero me centro en su vertiente como poeta que da mucho de sí.
Este es un soneto blanco, que escribió escuchando al dúo de bajistas croatas 2CELLOS. Os coloco el vídeo de esa magnífica interpretación.
ESCUCHANDO A 2CELLOS
¿Sabés? Hay muchas drogas para todo,
que te calman te incendian te refrenan
que te empujan detienen y te matan
sin que sepás que son humo podrido.
Pero no existe alguna que te brinde
un chorrito sencillo de talento,
ninguna que te vuelva poderoso
frente a lo que intangible nunca muta.
Yo me drogo con pura lejanía
sin pincharme a lo loco, sin fumar
lo que todos inhalan del pasado.
Me abro desde mis labios en un corte
por el que llego al fin de mi presión
donde suave comienza lo que siento.
que te empujan detienen y te matan
sin que sepás que son humo podrido.
Pero no existe alguna que te brinde
un chorrito sencillo de talento,
ninguna que te vuelva poderoso
frente a lo que intangible nunca muta.
Yo me drogo con pura lejanía
sin pincharme a lo loco, sin fumar
lo que todos inhalan del pasado.
Me abro desde mis labios en un corte
por el que llego al fin de mi presión
donde suave comienza lo que siento.
Silvio M. Rodríguez Carrillo
Ahora para que veáis que, además de ofrecer unos magníficos contenidos, Silvio domina la técnica magistralmente, os copio un romance en tridecasílabos (difíciles versos de corrido de trece sílabas con apoyos tónicos en 4ª, 8ª y 12ª). En el poema riman en asonante los versos pares de cada estrofa (i-o, a-e, e-e, i-a y o-a), pero además los versos impares recorren las 30 asonancias posibles por orden inverso ("u-u", "u-o", "u-i", ... , "a-e", "a-a","a") de forma que en cada estrofa se colocan las que empiezan por cada vocal de "u" a "a". Cuando leí este prodigio le comenté a Silvio que me parecía un equilibrista que cruza sin titubeos por la cuerda floja y además cantando un aria.
ROMANCE DEL QUE MARCHA
De pronto dejo que mi cuerpo asuma el summum
de tanto golpe sin olvido y sin alivio
volcando en él cada destrozo y cada muro
de sombras húmedas, de suertes y destinos
que apenas caben ya en la mente de este inútil
de verbos rotos, incansable de martirios
nacidos antes de la ley y de las nubes
pudriendo el cielo de los perros sin principios;
al borde mismo de la muerte de esa luna
que dijo a solas nuestra sangre hecha de vidrios
por ser, también, de nuestra esencia, puro azul
que muere y vive asesinando su equilibrio.
Me doblo y callo la carencia de algún quórum
que a todos cuente los caminos que mi sangre
latiendo fiebres recorrió sin un nosotros
que ampare el ritmo de unos pasos sin altares.
Me aquieto y sigo palpitando la fe inmóvil
que duele y tiñe mi mirada de granates,
mis ojos turbios con la duda de los hombres,
y el halo firme de mis labios con detalles
de luz y fuego entre mis manos casi solas.
Persisto apenas dibujando aquel instante
que acaso encuentre en un recuerdo mi dación
entera y pura con un nombre en mis paisajes.
Y sé que importa que no venga de una tribu
capaz de abrir su corazón a los de siempre;
que pesan, duelen, mis maneras y los libros
oscuros, rancios que obnubilan a mi mente;
que ofendo a muchos cuando brindo con mi whisky
pidiendo el fin de las banderas, de las huestes
que cantan himnos despreciando los jardines
del pueblo hermano sembrador de mil placeres;
que llevo errando demasiadas alegrías
tranquilo y solo por los bordes de una muerte
solita y cruda, que me aprieta en el reír
buscando andar alguna vez por mis papeles.
Por eso marcho - todavía viendo a Venus
guardando en alto la sonrisa prometida,
sintiendo a Marte en cada gesto que libero
rojizo y bravo cuando lucho por la cima,
callando a Cronos que me tuvo por un débil
al verme flaco y de mirada no asesina -
sin mucho peso en mis alforjas, tan silente
que cabe un mundo de sonidos en las islas
furiosas, pocas y celosas, de mis cejas
que miran, ebrias de añoranzas, ese arriba
lejano y solo como yo que soy mi sed
tejiendo el poso de un cariño sin orillas.
Y así, cayendo, me levanto de mis lapsus
tallando el verbo de tu nombre con mis formas
me yergo largo de esperanzas en las manos,
por ser fraterno entre las cruces y las rosas
que fieras rajan la epidermis de quien fácil
diciendo falla la estatura de mis horas.
Y sigo aquí, también allá, comiendo el hambre
que enturbio y venzo alborotando con mis notas
el denso esquema repetido en las entrañas
de infierno y cielo renegados de una Roma
preñada y loca de saberse en un final
de dicha indócil que le exige a nuestras bocas.
volcando en él cada destrozo y cada muro
de sombras húmedas, de suertes y destinos
que apenas caben ya en la mente de este inútil
de verbos rotos, incansable de martirios
nacidos antes de la ley y de las nubes
pudriendo el cielo de los perros sin principios;
al borde mismo de la muerte de esa luna
que dijo a solas nuestra sangre hecha de vidrios
por ser, también, de nuestra esencia, puro azul
que muere y vive asesinando su equilibrio.
Me doblo y callo la carencia de algún quórum
que a todos cuente los caminos que mi sangre
latiendo fiebres recorrió sin un nosotros
que ampare el ritmo de unos pasos sin altares.
Me aquieto y sigo palpitando la fe inmóvil
que duele y tiñe mi mirada de granates,
mis ojos turbios con la duda de los hombres,
y el halo firme de mis labios con detalles
de luz y fuego entre mis manos casi solas.
Persisto apenas dibujando aquel instante
que acaso encuentre en un recuerdo mi dación
entera y pura con un nombre en mis paisajes.
Y sé que importa que no venga de una tribu
capaz de abrir su corazón a los de siempre;
que pesan, duelen, mis maneras y los libros
oscuros, rancios que obnubilan a mi mente;
que ofendo a muchos cuando brindo con mi whisky
pidiendo el fin de las banderas, de las huestes
que cantan himnos despreciando los jardines
del pueblo hermano sembrador de mil placeres;
que llevo errando demasiadas alegrías
tranquilo y solo por los bordes de una muerte
solita y cruda, que me aprieta en el reír
buscando andar alguna vez por mis papeles.
Por eso marcho - todavía viendo a Venus
guardando en alto la sonrisa prometida,
sintiendo a Marte en cada gesto que libero
rojizo y bravo cuando lucho por la cima,
callando a Cronos que me tuvo por un débil
al verme flaco y de mirada no asesina -
sin mucho peso en mis alforjas, tan silente
que cabe un mundo de sonidos en las islas
furiosas, pocas y celosas, de mis cejas
que miran, ebrias de añoranzas, ese arriba
lejano y solo como yo que soy mi sed
tejiendo el poso de un cariño sin orillas.
Y así, cayendo, me levanto de mis lapsus
tallando el verbo de tu nombre con mis formas
me yergo largo de esperanzas en las manos,
por ser fraterno entre las cruces y las rosas
que fieras rajan la epidermis de quien fácil
diciendo falla la estatura de mis horas.
Y sigo aquí, también allá, comiendo el hambre
que enturbio y venzo alborotando con mis notas
el denso esquema repetido en las entrañas
de infierno y cielo renegados de una Roma
preñada y loca de saberse en un final
de dicha indócil que le exige a nuestras bocas.
Silvio M. Rodríguez Carrillo
Os dirijo a su web donde podréis leer sus poemas y de paso podréis ver a qué otras cosas se dedica. También lo tenéis activo en su web personal en sus distintas vertientes artísticas.
Estos son algunos de los poemarios de Silvio:
Quisiera agradecerte la gentileza de enviarme tus trabajos.
ResponderEliminarEn este caso refiriéndome al poeta Rodríguez, su poesía es de una diáfana claridad sin interrupciones de principio a fin, de gran belleza al leer.