Este es un poema escrito a vuelapluma en un reciente viaje a Menorca, isla de la que disfruté mucho en mi juventud. Como toda vuelapluma, puede ser que de la reflexión salgan cambios, pero de momento quiero fijarlo en el blog porque lo dicho de corrido "dicho está" y lo más elaborado puede reflejar menos lo sentido.
Macarella y Macarelleta (sur de Menorca) desiertas, debe de ser pleno invierno o una foto retocada |
Llega un momento en la vida
en que descubres que la felicidad está en la renuncia.
Manuel Vincent
Volver a estos recuerdos,
donde hace medio siglo
descubrí que las islas de contorno abarcable
son más que tierra en medio de la mar;
son espacios aislados —valga la redundancia—
que en vez de ser prisión
daban la libertad de repetir,
de poder descubrir esos detalles
perdidos si intentabas explorar
los parajes sin fin del continente.
Volver más sabio, pero más escéptico,
cuando la vida es más renuncia que futuro
y la supervivencia el reto
de exprimir lo que queda
cuidando que ese fruto no se agote,
oxímoron que impide el desenfreno
del que hicimos bandera libertaria.
Volver y no querer tener nostalgia,
cimentar el presente en las pequeñas cosas,
sin pretender que crezcan
todo lo más que se mantengan.
Recorrer los caminos conocidos
y ahuyentar los destinos deseables
que requieran forzados barloventos.
Volver a una isla mítica,
comprobar que ha cambiado,
que nosotros también hemos cambiado,
e intentar que los cambios no se enfrenten.
Ricardo Fernández Esteban ©
El mar desde el faro de Caballería (foto del autor) |
Como veis la adicción por las islas me viene de lejos, pero entonces no escribía, lo que es una pena porque el recuerdo se desdibuja con los años; años que han hecho que esa isla, Menorca, y yo cambiemos mucho. Y refiriéndome a aquella Menorca, aquí tenéis un soneto "Una cala, una melena y una foto", escrito unos años más tarde, que rememora antiguas vivencias.
De todas formas, en las Baleares en los años 70 del siglo pasado empezó una adicción que ha continuado este siglo en las islas griegas. Por suerte, al menos para mí, ahora lo escribo y en mis dos libros Islario de Pasiones (más genérico sin describir islas concretas) y Por las islas griegas (una guía turística poética de unas 75 islas que he navegado y recorrido) puedo fijar recuerdos y escenarios.
El próximo mes voy a volver a navegar a vela por el Dodecaneso griego. Algo os dejaré escrito de esa travesía para que el blog recupere su sentido original de "cuaderno de bitácora". Aquí tenéis las bitácoras de otras travesías por el Dodecaneso.
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