lunes, 12 de diciembre de 2011

Luis de Góngora. "Con diferencia tal, con gracia tanta..." Comentario de texto y métrico

La poesía amorosa del siglo de oro precisa una explicación mitológica para disfrutarla más. Si no, nos perdemos mucho de su argumento, que suele llevar a un "epifonema" o conclusión sobre la crueldad de las damas con sus rendidos enamorados. Para explicar este soneto de Góngora cuento con la ayuda de los apuntes que tomé en una clase de mi mejor catedrática de Filología, Rosa Navarro, y apuntes de su libro "Mitos del mundo clásico".


Con diferencia tal, con gracia tanta
aquel ruiseñor llora, que sospecho
que tiene otros cien mil dentro del pecho
que alternan su dolor por su garganta;

Y aun creo que el espíritu levanta
—como en información de su derecho—
a escribir del cuñado el atroz hecho
en las hojas de aquella verde planta.

Ponga, pues, fin a las querellas que usa
pues ni quejarse ni mudar estanza
por pico ni por pluma se le veda;

y llore sólo aquel que su Medusa
en piedra convirtió, porque no pueda
ni publicar su mal ni hacer mudanza.

Luis de Góngora y Argote


El rey Pandión de Atenas ofreció en matrimonio al rey Tereo de Tracia a una de sus hijas, Progne o Filomela, en agradecimiento por su ayuda en una batalla. Él escogió a Progne y tuvo un hijo con ella, pero Himeneo (dios del matrimonio) no asistió al casamiento lo que era signo de desgracia. Al cabo de 5 años, Procne añorada de su hermana, consiguió que Tereo fuese a buscarla. Pero de regreso  la hermosura de Filomela hizo que la desease y la violó en un apartado caserío. Luego, para evitar que lo denunciase, le cortó la lengua, la dejó encerrada allí, y le dijo a Procne que había muerto en el viaje. Filomela, aunque no podía hablar, dibujó unos signos en un tejido de hojas para explicar su desgracia y consiguió que una esclava, lo llevase a su hermana. Ésta fue a rescatarla y la llevó en secreto a su palacio.

Era tal el odio de Progne por la felonía de Tereo, que al ver el parecido que tenía su hijo con él, lo mató, lo troceó y lo cocinó para su marido. Sin sospecharlo, éste comió hasta saciarse. Cuando Tereo pidió ver a su hijo, le dijo como culminación de su venganza: “Tienes dentro al que llamas, te lo has comido”. Tereo enfureció y persiguió a las hermanas para matarlas, entonces los dioses convirtieron a los tres en pájaros: Tereo en una abubilla, Progne en una golondrina y Filomela en un ruiseñor. La otra referencia mitológica del soneto es a la “Medusa”, una Gorgona que tenía serpientes por cabellos y que petrificaba a quien la mirase.

Procne y Filomela.
E. J. Gardner

El banquete de Tereo de Rubens



El primer cuarteto se refiere a la pena que atenaza al ruiseñor (Filomela). En el segundo cuarteto, Filomela consigue describir su desgracia sobre unas hojas. En el primer terceto, el narrador le indica a Filomela que debe poner fin a las quejas que canta (que usa), ya que al menos el ruiseñor puede quejarse cantando (por pico) y moverse (mudar estanza) volando (por pluma). Y en el terceto final concluye diciendo que, en cambio, a un enamorado sólo le queda la posibilidad de llorar cuando su dama (su medusa) lo desprecia y petrifica (en la mitología las piedras podían llorar sometidas a grandes sentimientos, como cuando Orfeo tocaba su lira), no pudiendo ni lamentarse ni moverse. Por tanto el enamorado aún está en peor situación que el ruiseñor Filomela.

Es una clásica estructura de soneto creciente. Los cuartetos describen la situación, en el primer terceto se recomienda algo de una forma imperativa (ponga, pues), y el mensaje principal o “epifonema” llega en el terceto final, cuando aparece el “yo poético” (aunque en este caso esté disfrazado en un “aquel”). Este mensaje de la crueldad de las damas con sus enamorados es uno de los más típicos de la poesía amorosa del siglo de oro.

Para complementar estas notas, aquí tenéis un magnífico y completísimo comentario métrico de Francisco Acuyo . Me permito, modestamente, indicar al maestro Acuyo una pequeña errata, ya que en el verso noveno no hay una dialefa final (que-u-sa) sino una sinalefa (queu-sa) forzada sobre el acento principal. Góngora se lo podía permitir.

Y, por último, aquí tenéis otra entrada del blog dedicada a Góngora y su poema "Ciego que apuntas y atinas" que tan bien cantó Paco Ibáñez


Adenda de noviembre de 2023:

Un lector de mi blog que responde al alias de "El guante de Rita" me hace unos comentarios en otra entrada a dos versos de un poema de Góngora que parecen heptasílabos dentro de un contexto de octosílabos. Traslado aquí el tema.

Se trata del romance "Diez años vivió Belarra" y los versos dentro de sus respectivas estrofas son:

Y hallándola muy triste
sobre un estrado de luto,
con los ojos que ya eran
orinales de Neptuno, (...)

Volved luego a Montesinos
ese corazón que os trujo,
y enviadle a preguntar
si por gavilán os tuvo (...)

Con nuestros criterios actuales normativos, se trata de dos versos heptasílabos dentro de un contexto versal de octosílabos, lo que rompería la armonía, ya que la conjunción inicial y la siguiente vocal se pronuncian siempre unidas por la sinalefa.

El primero lo separaríamos silábicamente: 
Y ha-llán-do-la- muy- tris-te, o sea 7 sílabas con la sinalefa inicial "y ha". La explicación que encuentro es que el verbo "hallar" proviene de "fallar" y en esas épocas de los siglos de oro aún se podían aspirar esas "h" lo que imposilitaba la sinalefa (algo que he visto en Garcilaso, pero no tenía constancia en Góngora)

El segundo verso, lo separaríamos normalmente: "y en-viad-le a- pre-gun-tar_" o sea 7 silabas con la compensación por la aguda final. Dado que Góngora es un poeta que mantiene bien las armonías, creo que aquí hace diéresis en "envïadle" cosa que tambien vemos en otros poetas de la época y en algunos actuales de hablas propensas a esta rotura de diptongos. Así el verso quedaría: "y en-vi-ad-le a- pre-gun-tar_". Os dejo otro verso endecasílabo que he encontrado con diéresis en Góngora: No sólo en plata o vïola troncada (vi-o-la)

Hay otros dos versos del poema que también empiezan por la conjunción "y" seguida de vocal y en los que no se presentan problemas de agrupaciones silábicas, lo que refuerza la explicación anterior.

y a-ho-ga-rá- vues-tros- gus-tos

y os- le-van-táis- más- a-yu-nos

En estos temas métricos no es bueno pontificar, sino intentar razonar, por eso dejo el tema a otras interpretaciones que me podéis hacer en comentarios a esta entrada.


Si estáis interesados en temas de métrica poética, en la armonía y musicalidad de los versos, podéis consultar mi tratado "Métrica poética del idioma español", revisado y ampliado en diciembre de 2023, que lo explica de una forma accesible. Hay que tener en cuenta que un poema es contenido y continente, y conocer las normas de los continentes armónicos (la métrica) ayuda a poetas y lectores a descubrir por porqués de los ritmos armónicos.



5 comentarios:

NALMAR dijo...

Haces un trabajo estupendo. Te leo, te sigo de cerca, aunque no deje comentario.
Eso de la crueldad de las damas con sus enamorados era antes ¿no?, ahora se han cambiado las tornas, son los supuestos enamorados los que matan a sus damas. ¿Quién entiende ese amor?
En fin, Ricardo, felicidades por el trabajo que nos presentas una y otra ves. Versos y besos, querido amigo

Anónimo dijo...

Como dice Nalmar, es un lujo leerte, No pasa publicación en la que no se aprenda algo nuevo y disfrutando de los versos que nos traes de tan grandes poetas. Besos!!

elguantederita dijo...

Hola, señor Ricardo.
Lo que me llamó la atención de nuestra antigua disputa literaria era su afirmación tajante de que la y siempre hace sinalefa. He estudiado mucho la métrica española y tenía entendido que la y se comporta como vocal y que admite, por tanto, la sinalefa, pero creo que también está sujeta a las posibles licencias que el poeta tiene para cuadrar los versos. Es cierto que la mayoría de las veces la y pide a gritos la sinalefa y te viene casi impuesta por la lectura del verso, que como sabe tiene una gran influencia en el metro, pero también he hallado excepciones a esta regla y a ellas debo acojerme para afianzar mi posición. No soy filólogo y por tanto, no tengo los conocimientos necesarios para saber la causa última por la que alguien como Góngora deja pasar un heptasílabo en un romance de ocho, puede ser por lo que usted dice sobre la aspiración de la h, teniendo en cuenta que las reglas gramaticales han cambiado muchísimo desde el siglo XVII hasta ahora; para mí, en el primer verso, Góngora, se vale de la dialefa para cuadrar el verso, y en el segundo para mí también hay una diéresis.


Ricardo Fernández Literatura dijo...

Hola:

No creo que te dijera que todo han de ser sinalefas. Las sinalefas son mayoritarias, pero hay excepciones. En general, si las dos vocales son tónicas no las hay y tampoco si hay signos ortográficos interiores que obliguen a una parada fónica. Si una vocal es átona y otra tónica hay algunos casos de hiato, pero cuando las dos son átonas la sinalefa es casi obligada. Todo esto es más complejo y es uno de los temas a que dedico más espacio en los primeros capítulos de mi tratado: Métrica poética del español.
He estado buscando más información sobre la aspiración de la "h" y en un estudio de la RAE "La aspiración de la h. Hiato y sinalefa en poetas de la edad de oro", al analizar a Góngora se indica que (como otros poetas andaluces) solía aspirar la h y no hacer sinalefa.
En fin, gracias a estos comnetarios he podido ampliar mis conocimientos sobre la aspiración de la h en los siglos de oro y su influencia en hiatos y sinalefas.

elguantederita dijo...

Es cierto que las comas, por ejemplo, rompen la sinalefa, pero no siempre porque también he encontrado casos en que se unen vocales a pesar de la ortografía. Y lo mismo le digo de las vocales tónicas, yo, lo que hago es leer el verso en voz alta para ver su sonoridad. Me gusta leer a los clásicos porque son muy estrictos en el uso de la métrica, y descarto a los nuevos autores que desconocen el ritmo y la cadencia del metro. No es que Petrarca se levantase un día y dijese: voy a encorsetar mis ideas en una estructura concreta... Es justo lo contrario. Hay excepciones en la poesía actual, pero en autores que dominan la métrica y deciden hacer verso libre, y yo eso lo respeto mucho; por ejemplo, autobiografía de Luis Rosales es un poema de una altura a la que yo no llegaré jamás. Otro ejemplo es Lorca, a mí me gusta más el Romancero gitano que poeta en Nueva York, pero claro, ese hombre puede hacer lo que quiera. O Leopoldo Alas, cuya hondura y profundidad te conmueve.

Hace años compré algunos libros de métrica y saqué de la biblioteca otros tantos y me hice mi propio tratado de métrica para mi uso ordinario. Creo que tengo todas las estrofas en español, aunque seguro que alguna se me habrá escapado, pues es un tema muy amplio. Sólo me faltaría añadir las estrofas de los palos del flamenco, pero tengo un libro sobre la métrica gitana o andaluza que completa lo que escribí en su día.

Quiero agradecerle el trato que ha tenido conmigo a pesar de que he podido ser impertinente en algunas ocasiones con usted, pero me gusta decir lo que pienso. También he dejado en su blog poemas, cosa que hago pocas veces y lo he hecho porque creo que usted lo merece. Pero, Ricardo, tijeretas han de ser.