Qué perezosos pies, que entretenidos
pasos lleva la muerte por mis daños;
el camino me alargan los engaños
y en mí se escandalizan los perdidos.
Mis ojos no se dan por entendidos,
y por descaminar mis desengaños,
me disimulan la verdad los años
y les guardan el sueño a los sentidos.
Del vientre a la prisión vine en naciendo,
de la prisión iré al sepulcro amando,
y siempre en el sepulcro estaré ardiendo.
Cuantos plazos la muerte me va dando
prolijidades son, que va creciendo,
porque no acabe de morir penando.
Francisco de Quevedo
El amor no se disfruta realmente hasta después de la muerte, por eso el poeta se impacienta en esa “prisión” que es la vida, que sólo es un camino hacia la otra vida, donde podrá amar eternamente libre de los engaños y apetitos corporales de la vida terrenal. Dice Blecua que el primer cuarteto más parece el de un poema metafísico que amoroso y que el primer tercero cita la idea obsesiva de Quevedo de que el alma sigue amando después de la muerte, recogida en muchos poemas, como
“Amor más allá de la muerte”.
A los ojos de Lisi, volviendo de larga ausencia
Bien pueden alargar la vida al día,
suplir el sol, sustituir la aurora,
disimular la noche a cualquier hora,
vuestros hermosos ojos, Lisa mía.
Son de fuego y de luz gran monarquía,
donde imperios confines atesora
el dios que, con la llama vengadora,
castiga, y no escarmienta, la osadía.
A verlos vuelvo, si posible ha sido
que truje alma de allá, donde quedaron,
o que pueda volver vivo un ausente.
Serame, por lo menos, concedido
que esto, si es algo, que de mí dejaron,
lo miren reducido a sombra ardiente.
Francisco de Quevedo
Este soneto es un canto a la vida y una exaltación de Lisis, utilizando el recurso petrarquista de la mirada de la amada que se expresa en términos de fuego y de luz. El poeta no está llamando a la muerte liberadora, como en el anterior, aquí es un enamorado al que, no obstante, la mirada de la amada deja “reducido a sombra ardiente”, verso que muestra la crueldad de la amada y del amor, a pesar de que el poeta disfruta de la vida contemplando a su amor.
Laméntase, muerta Lisi, de la vida, que le impide el seguirla
¿Cuándo aquel fin a mí vendrá forzoso,
pues por todas las vidas se pasea,
que tanto el desdichado le desea
y que tanto le teme el venturoso?
La condición del hado desdeñoso
quiere que le codicie y no le vea:
el descanso le envidia a mi tarea
parasismo y sepulcro perezoso.
Quiere el Tiempo engañarme lisonjero,
llamando vida dilatar la muerte,
siendo morir el tiempo que la espero.
Celosa debo de tener la suerte,
pues viendo, ¡oh, Lisi!, que por verte muero,
con la vida me estorba el poder verte.
Francisco de Quevedo
El poema se basa en la tradición de que la vida es sólo un tránsito hacia la muerte, para así poder reunirse con su amada y disfrutar del amor. A Quevedo le obsesiona el ansia de trascendencia y de gozar del amor que está frustrado por la antinomia cuerpo y alma, que hace que la felicidad total sólo sea posible después de la muerte, en que el alma se libera del cuerpo para fundirse con la idea suprema del amor y la belleza.
Con estos sonetos he querido resumir los 70 poemas recopilados como dedicados a "Lisi". Como ya he indicado, si queréis más información podéis consultar mi artículo
"La poesía amorosa de Quevedo", que publiqué en "
Las nueve musas", en que comento con mayor profundidad la poesía amorosa de Quevedo, estos cuatro sonetos endecasílabos y una redondillas octosílabas.
La tensión entre lo ideal y real se manifiesta en Quevedo como una angustia personal, al intentar hacer posible en su poesía lo que resulta imposible en su vida. Él aspira al ideal del amor cortés y platónico, pero le resulta difícil admitir que el amor verdadero sea una perpetua espera, que le ofrece recompensa espiritual pero no física y expresa en poquísimos poemas la aprobación completa del ideal cortés neoplatónico. Algunos están matizados irónicamente o puestos en boca de una voz poética que intenta racionalizar la frustración erótica disfrazándose de una perspectiva moral.
Su poesía transmite una profunda angustia que nace de la ruptura entre exigencias espirituales e impulsos del cuerpo, por lo que su poesía amorosa expresa intensamente preocupaciones metafísicas. Desaparece la mujer como causa del amor y cobra protagonismo el amor entre cuerpo y alma, para enfatizar la resistencia angustiada a aceptar la mortalidad final del cuerpo amante, de ahí la intensidad existencial de su poesía. La angustia es la clave y la tensión se genera por la diferencia entre cuerpo y alma, y por trascender la mortalidad.
En un interesante artículo,
Marie Roig Miranda trata de la
imagen de Lisi en los poemas de Quevedo , donde indica que aunque es un personaje literario parece más real y cercana que otras damas de los poemas de Quevedo, por lo que podría estar inspirada en un amor de juventud. Aquí tenéis los
sonetos de Quevedo recopilados en la
Biblioteca Virtual Cervantes y este es un artículo de
Gareth Walters sobre la génesis y
ordenación de los poemas a Lisi.