La poeta uruguaya Juana de Ibarbourou (Melo, 1892-Montevideo, 1979) está considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de la primera mitad del siglo XX. Sus poemas, de raíz modernista y lenguaje sencillo, exaltan al amor, la maternidad y la belleza, tanto física como de la naturaleza.
COMO UNA SOLA FLOR DESESPERADA
Lo quiero con la sangre, con el hueso,
con el ojo que mira y el aliento,
con la frente que inclina el pensamiento,
con este corazón caliente y preso,
y con el sueño fatalmente obseso
de este amor que me copa el sentimiento,
desde la breve risa hasta el lamento,
desde la herida bruja hasta su beso.
Mi vida es de tu vida tributaria,
ya te parezca tumulto, o solitaria,
como una sola flor desesperada.
Depende de él como del leño duro
la orquídea, o cual la hiedra sobre el muro,
que solo en él respira levantada.
Juana de Ibarbourou
Tras este magnífico soneto, que puede colocarse entre los mejores del género, un poema en pareados.
LACERIA
No codicies mi boca. Mi boca es de ceniza
y es un hueco sonido de campanas mi risa.
No me oprimas las manos. Son de polvo mis manos,
y al estrecharlas tocas comida de gusanos.
No trences mis cabellos. Mis cabellos son tierra
con la que han de nutrirse las plantas de la sierra.
No acaricies mis senos. Son de greda los senos
que te empeñas en ver como lirios morenos.
¿Y aún me quieres, amado? ¿Y aún mi cuerpo pretendes
y, largas de deseo, las manos a mí tiendes?
¿Aún codicias, amado, la carne mentirosa
que es ceniza y se cubre de apariencias de rosa?
Bien, tómame. ¡Oh laceria!
¡Polvo que busca al polvo sin sentir su miseria!
Juana de Ibarbourou
Nota: tal como he encontrado escrito este poema hay un detalle curioso. El título "Lacería" es un conjunto de lazos de adorno. Sin embargo en el penúltimo verso la palabra clave es "laceria", o sea miseria, pobreza, trabajo, fatiga, etc., palabra de poco uso que refleja mucho mejor el contenido del poema. Por eso, supongo que es un error de transcripción y cambio el título.
Y esta sencilla copilla de rimas asonantes que cierra con un pareado consonante y con lenguaje sencillo transmite una clara imagen poética de la naturaleza.
LA ENREDADERA
Por el molino del huerto
asciende una enredadera.
El esqueleto de hierro
va a tener un chal de seda
ahora verde, azul más tarde
cuando llegue el mes de Enero
y se abran las campanillas
como puñados de cielo.
Alma mía: ¡quién pudiera
Vestirte de enredadera!
Juana de Ibarbourou
Es estos inicios del siglo XXI este lenguaje poético puede parecer defasado, pero es importante recorrer la evolución de los lenguajes y temas poéticos para distinguir la raíz de los buenos poemas de la que crecen los buenos áboles poéticos.
Javier Vicedo (Castellón, 1985), es autor de los libros de poemas Fidelidad de una sombra (2015), Ventanas a ninguna parte (2010), La última distancia (2010) y El azul silencio del hombre (2008). Últimamente parece que se dedica más a la escritura teatral, en que ha publicado Summer evening, Calderón cadáver y Cuando caiga la nieve. Leamos alguno de sus poemas.
ASÍ EL SOL
Será que ya no son nuestras las cosas, o que nunca lo fueron y teníamos —como quien guarda fe o agua entre las manos— una forma imprudente de vivir.
Un alfiler de sol puntea cada milímetro de mundo como si evidenciara la dimensión exacta de la pérdida.
Ayer sabíamos poco de nosotros, teníamos el hambre y la memoria como garantes de un dominio sobre el infinito de todas las cosas.
Basta con seguir el paso del sol: recorre nuestro cuerpo con la misma dureza que recorre el matorral, la arcilla blanca o la hormiga en el borde de la piedra.
Quizás nuestra única propiedad fue la obsesiva ilusión de tener y tenernos.
Jvier Vicedo
VENTANAS A NINGUNA PARTE
¿Qué miras más allá de la ventana: el mundo o el mundo que quisieras? Tal vez no estés mirando nada y nada es todo lo que, de ser, serías.
Mirando nadas se construye un hombre.
(de Ventanas a ninguna parte, 2010). Javier Vicedo
LA DOBLE ESCRITURA
Todo está haciéndose en su propia sombra, marcando dos sentidos, tentando dos acciones. Basta con darle vuelta al verde de una hoja para apreciar el mapa de sus nervios.
(de Fidelidad de una sombra, 2015). Javier Vicedo
Da gusto reencontarnos con un poeta de este rango de edad con buenos contenidos que sabe distinguir el verso de la prosa. Por desgracia, lleva años sin publicar poesía, quizá sea porque cada vez es más difícil alcanzar una difusión mínima en este género, que parece que no sepa encontrar su camino, ni buenos prescriptores ni jurados que nos ayuden.
Últimamente estoy intentando publicar entradas dedicadas a eso que ahora se llama poetas jóvenes, en los que se engloba a los no tan jóvenes treintañeros. Recordad que Bécquer, Lorca o Hernández murieron con 34, 38 o 32 años respectivamente, o Keats, Byron o Shelley con 26, 36 o 30 años, y con mucha y muy buena obra publicada. Pues eso, me cuesta encontrar poetas que me atrapen en ese rango de edad.
Para mí un poema debe de ser la suma de contenido y continente. Encuentro buenos o aceptables contenidos, pero en general con malos continentes versales, y si no hay verso no hay poema. Podrá haber poesía, como género lírico o expresión del "yo", pero expresada en prosa, por más que algunos se empeñen en cortarla sin ton ni son en líneas que llaman versos y no respetan ni la sintaxis ni ese ritmo interior que distingue el poema de la prosa. El papel aguanta mucho, pero intentad recitar esos pseudopoemas y veréis como no superan esta "prueba del nueve" que distingue al poema. Tened en cuenta que no estoy hablando de la calidad del contenido, que puede existir o no en un poema o un texto en prosa, estoy hablando de la manía de querer cortar un texto en falsos versos, que no mantienen ningún ritmo, cuando estaría mucho mejor escrito sin cortes artificiales.
Si estáis interesados en saber más de Métrica, o sea de los principios y porqués de esa armonía versal
que distingue al poema de la prosa, podéis consultar mi tratado "Métrica poética del idioma español"
que los explica de una forma sencilla, pero rigurosa. Aquí os dejo una sinopsis del libro.
Recordad, si sois partidarios del verso libre, que “hasta para saltarse las
normas hay que conocerlas previamente, si no queremos que el salto sea al vacío”.
Vuestras críticas positivas o negativas serán siempre bien recibidas.
Para acabar, volviendo a nuestro autor, a Javier Vicedo, os dejo este poema:
MEDICIÓN
Nuestra manía de medir las cosas,
el verso/ la fiebre/ el tiempo que nos queda/.
Mientras haya recuento es que no dimos con nosotros todavía.
Javier Vicedo
Vicedo no es un poeta estrictamente métrico, aunque sepa mantener el ritmo en un poema, que es lo importante. Aquí nos hace un juego de palabras en esos versos de contado ritmo binario (11, 3+3, 7 // 7, 5, 8) en que los dos últimos son realmente un tricedasílabo cuaternario 5+8 = 13(4.8.12). Todo esto pueden parecer solo cifras, pero es ritmo, sonido y armonía.
No se encuentran antologías amplias de sus poemas en la red, por lo que hemos de acudir a sus libros. Aquí os dejo una entrevista con él, y aquí el acceso a un vídeo donde recita un poema inspirado en el cuadro "Desnudo en la playa".