Raquel Vázquez (Lugo, 1990) ha publicado ya ocho libros de poemas y el último de ellos "Aunque los mapas" recibió el premio Loewe a la Creación Joven. Como veréis por sus textos, es una poeta de lenguaje actual, pero que sabe distinguir lo que son versos de lo que es prosa recortada. En mi opinión, este es el camino por el que la poesía consigue expresarse a través de buenos poemas, independienteme de épocas y generaciones.
SÍNTOMA DE AGOSTO
El invierno a sí mismo se adelanta.
En agosto. Cuando aún los calendarios
proclaman días largos y remansos de solsticio.
Pero el invierno, en sigilo, madruga.
Se levanta temprano, con el verano a medias,
y asoma una migaja de noche tierra adentro.
La mañana bosteza, se despoja
— sólo con lentitud — de la neblina.
Comienza, un día, el día por cuestionar el sol
y ya un rayo no llega: apenas la promesa
de una sombra más larga.
Tantas veces el frío nació en forma de duda.
Poco a poco los pájaros ahogan sus melodías.
La luz, aunque amanece, se bate en retirada.
Raquel Vázquez (de Lenguaje ensamblador, 2019)
Rompimos el lenguaje.
Vamos, dijiste; o yo traduje, eso no importa:
sólo importó aquel mirlo
que aguardaba en tu mano con las alas plegadas.
Pusiste esa sonrisa
boba que tanto me ha atraído siempre.
Ahora pude decírtelo.
La eternidad se demostró pequeña,
manejable: cabía
dentro de una modesta habitación de hotel.
Y estábamos allí para tocarla.
Y para acabar, dos poemas de los que la autora denomina "Poemas mínimos" pero que aunque cortos en extensión son profundos en intensidad. El segundo es un mágnífico haiku.
Desplegaré los brazos,
rezumaré un par de alas tratando de salvarte,
y si esto fuera imposible,
tan sólo
tendería mi mano para caer contigo.
ARMONÍA NATURAL
Lloran los árboles
cuando se ven desnudos
frente al invierno.