NO ME DESPIERTES...
No me despiertes nunca cuando sueño contigo
antigua novia mía, mujer, esposa, amante.
Caminas por mis sueños con el amor seguro
y llevas en tus brazos mi vida, como un niño.
No me despiertes. Deja que ese prado de angustia
donde la primavera no volverá a su tiempo
florezca cada noche, cuando tú lo visitas
con tus pies encendidos y tus manos desnudas.
Déjame siempre el sueño. Acompáñame pura
en él, como la nube, como la limpia rosa
en el parco jardín que fabrica mi espera
cada noche en la noche, cada día en el día.
En el justo silencio que nace entre la niebla
de un comenzado octubre, tu voz me nombra. Y vuelvo
en la gris madrugada a sentir vivo el gozo
de tenerte completa para mí, sin las cosas,
que me roban tus horas, aire que necesito.
Deja mi sueño quieto. No rompas la ternura
que tu visita ofrece cada noche a este frío
corazón que no late si tú no estás presente,
novia mía constante, mujer, amante, Delia.
Hace ya días que no me vengo a ver,
porque estoy insufrible.
No sé cómo soporto el tedio visceral
en el que estoy hundido.
Por ello, hacerme una visita
puede ser una larga tortura
y prefiero olvidar la amistad que me tengo
y dedicar el tiempo
a esa mala costumbre en que consiste
la vida en relación, aquel saludo,
una conversación sobre política local
inaguantable.
Espero mejorar la próxima semana.
Entonces me diré unas cuantas verdades,
a ver si así, las cosas se componen
y vuelvo a tolerar mi compañía.