Juan Vicente Piqueras (Los Duques, Requena, Valencia, 1960) es un poeta que ha trabajado también como locutor, actor, guionista, profesor y en distintos destinos del Instituto Cervantes. Tiene una amplia obra publicada y en 2012 ganó el premio Loewe con su poemario Atenas. De ese libro es el primer poema que os copio:
SÚPLICA
Sigue
tejiendo, amor, y destejiendo
jerseys y
leguas para mi derrota,
bufandas
para el viento que me lleva,
el frío de
mi fuga
y el
invierno que soy. Sigue tejiendo.
Sigue
diciendo no
al
desaliento y a tus pretendientes.
Y no les
digas no, diles mañana,
y mañana
también diles mañana.
lo mismo que
yo a ti. Hasta que regrese.
Cuando
cansado ya de derroteros,
harto ya de
perderme y de morarme
en regazos
de magas o en riesgos de sirenas,
regrese a
ti, y no sepas
qué hacer
con el quehacer de tanta espera
como ahora
no sé qué hacer conmigo.
Me he convertido
en nadie.
Tendré que
regresar a tu regazo,
apoyar mi
cabeza donde ahora está el ovillo
que guía mi
retorno.
Y cuando
llegue a ti ya no sabrás quién soy.
Cuando te
abrace abrazarás el aire.
Juan Vicente Piqueras (Atenas, 2012)
Juan Vicente Piqueras (Atenas, 2012)
Este otro poema es de un libro más reciente "Padre" y trata de las pequeñas aldeas, como el la que él nació, que van desapareciendo en esa desertización de lo rural.
La aldea no
se acaba.
Se apaga,
simplemente, brasa a brasa,
nombre a
nombre se extingue.
Uno a uno,
lo mismo que llegaron,
se van yendo
los últimos.
Los últimos
campesinos y las últimas madres.
No mueren
empujados por los niños que nacen.
Aquí hace
mucho tiempo que ya no nace nadie.
Mueren como
llevados por el aire de arriba.
Cuando hayan
muerto las últimas manos
que sabían
hacer pleita
el mundo
quedará en manos de aquellos
cuyas manos
ya no sabrán qué hacer.
La aldea no
se acaba.
Yace aquí,
en lo que escribo.
Juan Vicente Piqueras (Padre 2016)
Y un tercera obra en que, de acuerdo con el título del libro, conjuga el verbo metapoéticamente.
MODOS Y
TIEMPOS VERBALES
Soy, he sido
y seré
el que
podría irse si quisiera
pero acaba
quedándose.
Es cierto
que me he ido de demasiados sitios,
que fui más
fugitivo que feliz,
que de todo
con todo me fui yendo.
Ahora soy,
sigo siendo,
el que
podría irse si quisiera
pero ya no
se va, ya ha decidido,
sin decidir,
quedarse.
Soy el que
fui y se fue pero también
soy el que
no seré, el que nunca fui
y el que
nunca se fue.
Vivir es
conjugar todos los tiempos
y modos de
los verbos ir y ser
que,
pasados, remotos, son iguales.
Fue será mi
epitafio monosílabo
como un
soplo de fuelle
sobre una
lumbre extinta.
Soy y seré
tan sólo el que podría
ir, ser,
irse, es decir: que no podrá.
Ahora
comprendo que el condicional
parece ser
hermano del futuro
pero es la
latitud de sus caballos.
Soy, he sido
y seré
tiempo de
verbo, carne conjugada,
hijo de
navegantes subjuntivos.
Juan Vicente Piqueras (Yo que tú: manual de gramática y poesía, 2012)
Ya que un poema es palabra, pero también es voz, aquí tenéis la voz del poeta recitando tres de sus poemas de Atenas en "Poesía recitada" sobre los textos de dichos poemas. En este oro enlace hay cinco poemas de amor. Y aquí tenéis acceso a un dossier de “La biblioteca pública de Requena” lugar cercano al que nació donde se recogen todos sus libros y un poema de cada uno de ellos.
En este vídeo el poeta nos recita su poema "Nombres robados" y volvemos a comprobar la importancia de la voz en la transmisión poética.
Por último, os copio en primer poema que recita en "Poesía recitada" (y que podéis escuchar en el vídeo anterior) . Es un poema magnífico que me sirve para efectuar un pequeño análisis sobre cómo lo escribe y cómo lo recita el autor, según yo lo escucho. Este es el texto:
HERIDAS SIRENAS
Somos tú,
somos carne de tu carne,
voz de tu alma. Somos lo que eres,
la mejor, la peor, la única prueba
de que estás vivo. Somos tus encantos.
Somos las vivas fechas del dolor
que te ha criado. No nos abandones,
cuídanos, riéganos, mantennos frescas.
Tú eres nuestro, sin ti no somos nada,
como tú sin nosotras, me suplican
las heridas piedad.
Heridas que me piden por favor,
como si fuesen quienes me rodean,
que no sea feliz, que las escuche:
¿Y qué harás sin nosotras cuando quieras
escribir un poema? ¿Qué dirás?
¿Qué que no duela puede interesar
a esa tribu de enfermos que da en leer poesía?
Tratan de convencerme de que soy
la causa del dolor que ellas me causan
más que las ganas de no padecerlo.
Sé que son mis sirenas y su canto
me seduce, me pierde
pero también me avisa, me despierta.
¡Lámelas, amor mío, haz que se callen,
haz que tu devoción las cicatrice
y siembre en ellas lo que no conocen! ,
podría suplicarle a la mujer que amo
pidiéndole piedad como si yo
fuese una herida suya.
Pero ella me diría:
No pidas al amor lo que el amor
no puede darte. Sánate a ti mismo.
Y así me veo atado
al mástil de estas voces que son apenas mías,
ciego a fuerza de cielo, sordo a súplicas,
buscando entre la niebla
el rumbo que el asombro ha trazado en mi sangre.
Adiós, heridas, sé que os debo todo
lo que no soy. Ahora
debo irme, no puedo
quedarme aquí escuchando vuestras quejas
ni las mías. No quiero ser el mártir
de una fe que no tengo.
Me llamo Nadie, no San Sebastián.
Me espera el mundo, el mar y lo que amo,
la odisea feroz de ser feliz.
voz de tu alma. Somos lo que eres,
la mejor, la peor, la única prueba
de que estás vivo. Somos tus encantos.
Somos las vivas fechas del dolor
que te ha criado. No nos abandones,
cuídanos, riéganos, mantennos frescas.
Tú eres nuestro, sin ti no somos nada,
como tú sin nosotras, me suplican
las heridas piedad.
Heridas que me piden por favor,
como si fuesen quienes me rodean,
que no sea feliz, que las escuche:
¿Y qué harás sin nosotras cuando quieras
escribir un poema? ¿Qué dirás?
¿Qué que no duela puede interesar
a esa tribu de enfermos que da en leer poesía?
Tratan de convencerme de que soy
la causa del dolor que ellas me causan
más que las ganas de no padecerlo.
Sé que son mis sirenas y su canto
me seduce, me pierde
pero también me avisa, me despierta.
¡Lámelas, amor mío, haz que se callen,
haz que tu devoción las cicatrice
y siembre en ellas lo que no conocen! ,
podría suplicarle a la mujer que amo
pidiéndole piedad como si yo
fuese una herida suya.
Pero ella me diría:
No pidas al amor lo que el amor
no puede darte. Sánate a ti mismo.
Y así me veo atado
al mástil de estas voces que son apenas mías,
ciego a fuerza de cielo, sordo a súplicas,
buscando entre la niebla
el rumbo que el asombro ha trazado en mi sangre.
Adiós, heridas, sé que os debo todo
lo que no soy. Ahora
debo irme, no puedo
quedarme aquí escuchando vuestras quejas
ni las mías. No quiero ser el mártir
de una fe que no tengo.
Me llamo Nadie, no San Sebastián.
Me espera el mundo, el mar y lo que amo,
la odisea feroz de ser feliz.
Juan Vicente Piqueras (Atenas, 2012)
A continuación, copio cómo lo escucho y cómo redistribuiría las pausas y los versos en función del recitado del autor. No dispongo de un aparato que mida esas pausas, por lo que el análisis es estimativo, pero creo que es interesante efectuarlo, lo que también podéis hacer escuchando aquí ese poema entre 0:22 y 2:28. He señalado con "·" una leve pausa y con "/" una pausa más larga hemistiquial, aparte de las pausas versales.
El objeto de este análisis es participar en la controversia sobre cómo debe leerse y escribirse un poema. Si como recomendaría la sintaxis, si efectuando pausas versales y las hemistiquiales, si como se escucha en la voz y pausas del autor, o si el autor puede cortar a veces los versos por motivos estéticos y dejar al lector su interpretación. Yo abogo porque los finales versales deben marcar cierta pausa (excepto en encabalgamientos en poemas con rima o isométricos), y los hemistiquios también, aunque más corta; ya que así se mantiene el ritmo que diferencia a poema y prosa. Pero este es un tema en discusión y la opinión de todos los interesados nos ayudará a tener más claras las ideas.
Para quienes estén interesados en profundizar sobre estos conceptos, he publicado un tratado de métrica "Métrica poética del idioma español", revisado en diciembre de 2023, que recorre los principios métricos y su aplicación práctica en todo tipo de composiciones poéticas. Creo que es muy conveniente conocer estos principios, que conforman el ritmo fonético de los versos, ya que "Hasta para saltarse las normas (en poemas versolibristas) hay que conocerlas previamente, si no queremos que el salto sea al vacío"
El objeto de este análisis es participar en la controversia sobre cómo debe leerse y escribirse un poema. Si como recomendaría la sintaxis, si efectuando pausas versales y las hemistiquiales, si como se escucha en la voz y pausas del autor, o si el autor puede cortar a veces los versos por motivos estéticos y dejar al lector su interpretación. Yo abogo porque los finales versales deben marcar cierta pausa (excepto en encabalgamientos en poemas con rima o isométricos), y los hemistiquios también, aunque más corta; ya que así se mantiene el ritmo que diferencia a poema y prosa. Pero este es un tema en discusión y la opinión de todos los interesados nos ayudará a tener más claras las ideas.
Para quienes estén interesados en profundizar sobre estos conceptos, he publicado un tratado de métrica "Métrica poética del idioma español", revisado en diciembre de 2023, que recorre los principios métricos y su aplicación práctica en todo tipo de composiciones poéticas. Creo que es muy conveniente conocer estos principios, que conforman el ritmo fonético de los versos, ya que "Hasta para saltarse las normas (en poemas versolibristas) hay que conocerlas previamente, si no queremos que el salto sea al vacío"
HERIDAS SIRENAS (tal como yo lo escucho)
Somos tú, / somos carne de tu carne,
voz de tu alma. · Somos lo que eres,
la mejor, · la peor, / la única prueba de que estás vivo.
Somos tú, / somos carne de tu carne,
voz de tu alma. · Somos lo que eres,
la mejor, · la peor, / la única prueba de que estás vivo.
Somos tus encantos.
Somos las vivas fechas del dolor que te ha criado.
Somos las vivas fechas del dolor que te ha criado.
No nos abandones,
cuídanos, · riéganos, · mantennos frescas.
Tú eres nuestro, / sin ti no somos nada,
como tú sin nosotras,
cuídanos, · riéganos, · mantennos frescas.
Tú eres nuestro, / sin ti no somos nada,
como tú sin nosotras,
me suplican · las heridas piedad.
Heridas que me piden por favor,
como si fuesen quienes me rodean,
que no sea feliz, · que las escuche:
¿Y qué harás sin nosotras · cuando quieras escribir un poema?
Heridas que me piden por favor,
como si fuesen quienes me rodean,
que no sea feliz, · que las escuche:
¿Y qué harás sin nosotras · cuando quieras escribir un poema?
¿Qué
dirás?
¿Qué · que no duela puede interesar · a esa tribu de enfermos
que da en leer poesía?
Tratan de convencerme de que soy · la causa del dolor que ellas me causan
más que las ganas de no padecerlo.
Sé que son mis sirenas
¿Qué · que no duela puede interesar · a esa tribu de enfermos
que da en leer poesía?
Tratan de convencerme de que soy · la causa del dolor que ellas me causan
más que las ganas de no padecerlo.
Sé que son mis sirenas
y su canto me seduce, · me pierde
pero también me avisa, · me despierta.
¡Lámelas, · amor mío, · haz que se callen,
haz que tu devoción las cicatrice · y siembre en ellas lo que no conocen!,
podría suplicarle a la mujer que amo
pidiéndole piedad como si yo fuese una herida suya.
Pero ella me diría:
No pidas al amor lo que el amor no puede darte.
pero también me avisa, · me despierta.
¡Lámelas, · amor mío, · haz que se callen,
haz que tu devoción las cicatrice · y siembre en ellas lo que no conocen!,
podría suplicarle a la mujer que amo
pidiéndole piedad como si yo fuese una herida suya.
Pero ella me diría:
No pidas al amor lo que el amor no puede darte.
Sánate a ti mismo.
Y así me veo atado al mástil de estas voces que son apenas mías,
ciego a fuerza de cielo, / sordo a súplicas,
buscando entre la niebla · el rumbo que el asombro ha trazado en mi sangre.
Adiós, · heridas,
Y así me veo atado al mástil de estas voces que son apenas mías,
ciego a fuerza de cielo, / sordo a súplicas,
buscando entre la niebla · el rumbo que el asombro ha trazado en mi sangre.
Adiós, · heridas,
sé que os debo todo lo que no soy.
Ahora debo irme,
no puedo quedarme aquí escuchando vuestras
quejas · ni las mías.
No
quiero ser el mártir de una fe que no tengo.
Me llamo Nadie, / no San Sebastián.
Me espera el mundo, · el mar y lo que amo,
la odisea feroz · de ser feliz.
Me llamo Nadie, / no San Sebastián.
Me espera el mundo, · el mar y lo que amo,
la odisea feroz · de ser feliz.
Juan Vicente Piqueras (de su recitado)
Esta es mi forma de escuchar el poema, ¿cuál es la vuestra?
Para acabar os recuerdo que lo importante es acudir a las fuentes, a los libros completos que permiten dar una visión del poema integrado dentro de su poemario. Aquí os dejo tres.
Adenda de enero de 2023: Piqueras, publicó el pasado año "La habitación vacía". Aqui tenéis una reseña y cinco poemas de ese libro publicados por Zenda.