A veces, es difícil plasmar los recuerdos cuando estos son más intensos que las palabras con que queremos describirlos. Este intento de descripción de Diafani en el norte de la Kárpazos en el Dodecaneso griego es un ejemplo.
Hoy no sopla “meltemi”(**) y se agradece
Cuadernos de las islas griegas. Ricardo Fernández Esteban ©
(*) La barca Capitán Manolis, recorre diariamente las desiertas playas en viaje de ida y vuelta.
(**) Viento del norte, muy frecuente en el Egeo
(***) Pequeño pueblo junto al mar en el recóndito norte de Kárpazos, la isla más al sur del Dodecaneso griego
Diafani poco después de amanecer |
ESTALLA LA MAÑANA EN DIAFANI
Estalla la mañana, el mar parece
una alfombra de luces que refleja
ese sol fragmentado en mil pedazos
con fulgores de chispas sobre azul.
Vuelven los pescadores de bajura
y extienden sobre el muelle plata viva,
luego limpian las redes y fondean
y extienden sobre el muelle plata viva,
luego limpian las redes y fondean
en medio de la paz, frente a la costa.
Algunos visitantes temporales
-no les llames turistas, no lo son-
-no les llames turistas, no lo son-
se suben a la barca de Manolis (*),
esa que hace estación de cada cala
y recoge su siembra por la tarde.
Hoy no sopla “meltemi”(**) y se agradece
sombra de tamarisco del Egeo
o imitar a los peces en las aguas
que parecen cristal de transparentes.
Hoy es un día más perdiendo el tiempo,
y es un lujo perderlo en Diafani (***).
(**) Viento del norte, muy frecuente en el Egeo
(***) Pequeño pueblo junto al mar en el recóndito norte de Kárpazos, la isla más al sur del Dodecaneso griego
Hasta aquí unas cuantas palabras y unas cuantas fotos que probablemente naufragan en el intento de describir las sensaciones que quedan en la memoria. Por suerte, aún se pueden repetir mañanas en Diafani.
En este enlace encontraréis otros poemas de mis Cuadernos de las islas griegas.
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