miércoles, 29 de abril de 2020

Garcilaso, Quevedo, Clementson y Bascuñana. La poética del mito de Apolo y Dafne

El mito de Dafne, que se convierte en laurel para huir de Apolo, ha inspirado a numerosos poetas. Escojo dos poemas de los siglos de oro, de Garcilaso y Quevedo, y dos actuales de Bascuñana y Clementson.

Escultura de Bernini. Museo Borghesse
Apolo, dios de las artes y conductor del sol, fue castigado por el joven Eros (Cupido) por burlarse de él. Eros tomó dos flechas, una de oro y otra de plomo. La de oro incitaba el amor, la de plomo al odio. Con la de plomo hirió a la ninfa Dafne y con la de oro a Apolo. Este se apasionó por Dafne y ella lo aborreció. Dafne ya había rechazado antes a muchos amantes y prefería la caza y los bosques, aunque su padre, el dios Peneo, le insistía que se casase.

Apolo la hostigó y la ninfa huyó. Cuando vio que Apolo la atraparía, Dafne pidió ayuda a su padre que convirtió su piel en corteza de un árbol de laurel, su cabello en hojas, sus brazos en ramas y enraizó sus pies en la tierra. Apolo abrazó las ramas desconsolado, le prometió que la amaría eternamente y que sus ramas, siempre verdes, coronarían las cabezas de los héroes.


SONETO XIII de Garcilaso

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!


Garcilaso de la Vega


En esta entrada que dediqué a Garcilaso, podéis encontrar más poemas suyos e información sobre su obra.


TRAS VOS UN ALQUIMISTA...  de Quevedo

Tras vos un Alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol ¿y vos, tan cruda?
Vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del Sol y de la luz huyendo.

Él os quiere gozar a lo que entiendo
si os coge en esta selva tosca y ruda,
su aljaba suena, está su bolsa muda,
el perro, pues no ladra, está muriendo.

Buhonero de signos y Planetas,
viene haciendo ademanes y figuras
cargado de bochornos y cometas.


Esto la dije, y en cortezas duras
de Laurel se ingirió contra sus tretas,
y en escabeche el Sol se quedó a oscuras.

Francisco de Quevedo


He dedicado dos entradas a Quevedo. En una comento con detalle su soneto "Amor más allá de la muerte" y en la otra "Dichoso puedes, Tántalo, llamarte". En ambas podréis encontrar más información sobre él y su obra.


Albani. Museo del Louvre


DAFNE (de Carlos Clementson)

Contempla cómo late, tras tan larga carrera,
su blando pecho esquivo
antes de hacerse inmóvil perfume perdurable...

Amante, estás a tiempo. Es tu ocasión postrera:
a este laurel que -exausto- detiénese un instante
aún le palpita virgen y rojo el corazón.

"Archipiélagos". Carlos Clementson.

El tiempo pasa, pero los mitos perduran, este es el poema que le ha dedicado Carlos Clementson (Córdoba, 1944) a Dafne. En este enlace comento su libro de poemas "Archipiélagos" y en este otro "Las olas y los años"

Y para acabar, el poema que dedica a Apolo Ramón Bascuñana (Alicante, 1963). Si queréis saber más de este poeta, aquí tenéis un enlace a la presentación de su último libro de poemas El dueño del fracaso.


APOLO PERSIGUIENDO A DAFNE (de Ramón Bascuñana)

Yo te persigo amor, aunque tú sabes
la maldición que pesa en nuestra contra.
Yo te persigo, amor, y al alcanzarte
tu carne será un tacto de madera.
El amor es así, su sino es ése.
Es el amor una categoría
del amplio espectro de las ilusiones.
Nada más alcanzarlo se transforma.
O puede ser peor se desvanece.

"El gesto del escriba". Ramón Bascuñana.



Dafne. Julio González

martes, 14 de abril de 2020

Joaquín Sabina y sus poemas canción

Joaquín Sabina (Úbeda, 1949) es sobradamente conocido como cantante, pero viene a este blog como poeta por las letras de sus canciones. Para mí es muy difícil escoger, porque su poemas cantados me han acompañado desde hace muchos años. Hay que advertir que la autoría de las letras de Sabina suele ser coral con varios de sus compañeros, lo que ha puesto cada uno de la letra y la música queda en la intimidad de la banda. 




A LA ORILLA DE LA CHIMENEA (de "Física y Química", 1992)

Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños,
puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.
y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino...

o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.


Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama,
puedo ponerme digno y decir:
"toma mi dirección cuando te hartes de amores
baratos de un rato... me llamas".
Y si quieres también
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu ven,
tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío...

o tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda,
en mitad de la calle y desnuda.


y si quieres también
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe,
tu noche y tu día,
tu rencor, tu por qué, tu agonía...

o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.


Joaquín Sabina y su banda (Antonio García de Diego, Pancho Varona, José Nodar y Jaime Asúa).


Y, como no podía faltar, un antiguo vídeo sonde Sabina canta este poema


Y SIN EMBARGO (de"Yo, mí, me, contigo", 1996)

De sobras sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;
y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría
con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.

Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos
que no has dado,
los labios del pecado.

Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.

Y me envenenan los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.


No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.

Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.

Y me envenenan… (estribillo)

Y cuando vuelves hay fiesta
en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio
el pan de cada día.

Joaquín Sabina, Antonio Gracía de Diego y Pancho Varona



Y por último, su primer éxito, vivito y coleando cuarenta años después:


CALLE MELANCOLÍA (de “Malas compañías”, 1980)

Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.

Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.

Ya el campo estará verde, debe ser Primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.

Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.

Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.

Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.

Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.

Vivo en el número siete, calle Melancolía... (estribillo).

Joaquín Sabina

Y aquí lo tenéis cantándolo con otro poeta y cantante, Joan Manuel Serrat. Como dice Diego Doncel en ABC Cultural, nos identificamos con las canciones de Sabina porque lo que cuentan forma parte de nuestra vida o de los sueños que forman parte de nuestra vida.



Ya dediqué otra entrada conjunta en el blog a Sabina, Morente y Lorca que incluía un soneto de Sabina en homenaje a Morente. Y no quiero despedirme sin dejar otro soneto de Sabina de su libro "Ciento volando de catorce", una hecatombe de sonetos; al respecto os dejo un artículo de Juan Pablo Neyret sobre este libro y la poesía de Sabina.


PUNTOS SUSPENSIVOS (de "Ciento volando de catorce", 2001)

Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.

Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.

Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.

Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos

Joaquín Sabina




jueves, 2 de abril de 2020

Esteban Torre y sus sonetos

Esteban Torre Serrano (Sevilla, 1934) es poeta, doctor en Filosofía y Letras y en Medicina, catedrático emérito de Filología en Sevilla, director de la revista Rhythmica, y ha publicado numerosos libros y artículos sobre esa olvidada disciplina que es la "Métrica poética". Lo traigo al blog en su doble condición de práctico y teórico, poeta y tratadista de métrica, porque sigo pensando que sin experiencia poco se puede explicar de los ritmos y metros poéticos. Me detengo en sus sonetos, en los que especialista. 



ABRIL

El aire, claro. El cielo, azul y frío.
Más blancas que el jazmín y que la nieve,
se deshilan las nubes. No se atreve
ya la rosa a cubrirse de rocío.

El almendro, el laurel, el griterío
de las aves. El sauce no se mueve.
La gaviota, con su vuelo breve,
traza un arco de sueño sobre el río.

Silba el mirlo y arrulla la paloma.
Y, entre las ramas del naranjo, asoma
su dulce despertar la primavera.

Luego la lluvia, el sol, la nube, el viento,
las sombras y la luz. Por un momento,
late una paz profunda y verdadera.

Esteban Torre.


Y después de este soneto, en el que juega muy bien con algunos encabalgamientos que dan alas a los versos, otro ecfrático, o sea que se inspira y recrea una obra de arte, en este caso el cuadro de Velázquez "Inocencio X".

La poesía ecfrática siempre me ha interesado, por la antigua relación entre pintura (poesía muda) y poesía (pintura que habla) ya citada por el lírico griego Simónides de Ceos (siglo V a.C) y tengo un libro, "De museos por Madrid", que pronto reeditaré en digital y permite ver las imágenes de los cuadros que lo inspiraron.



INOCENCIO X

Pinceladas de púrpura y armiño
matizan la acritud de su semblante.
Sobre un rojizo cutis, desaliño
de la barba. Mirada penetrante.

Nariz aguda, cejas arqueadas,
prominente mentón. Rojo bonete,
sillón rojo, cortinas coloradas,
roquete blanco, rojo mantelete.

Ceño fruncido y expresión alerta
de quien vigila sin cesar la puerta
que le separa allí del mundo entero.

Velázquez nos legó con su pintura
la más exacta y lúcida figura
del espejo del alma. Troppo vero!

Esteban Torre

Aquí tenéis una reseña de este libro publicada en Nueva Revista. No he encontrado antologías de sus poemas en la red, pero en este enlace a la Casa del Libro (que funciona con entrega a domicilio a pesar del confinamiento) podéis encontrar sus "LXII Sonetos" que ha publicado recientemente.