Juan Carlos I, el rey emérito, se fue de España en un pseudo exilio. Tardamos en saber dónde estaba y si sería procesado (no lo fue por su no imputabilidad constitucional). Luego se han ido conociendo temas más turbios de él; el último las fotos y audios que obtuvo su examante, Barbara Rey, de contenido sexual en los que despotrica de su familia y de políticos. Además, no sabemos qué más puede salir a la luz. Yo, como republicano que aceptó la monarquía por sus buenos inicios, me siento decepcionado. Respetando todas las opiniones razonadas, ante este "vodevilesco" final de exreinado, me veo obligado a dedicarle unas satíricas décimas con fondo ético.
PRÍNCIPE, REY, EMÉRITO Y DEMÉRITO
Hubo una vez un príncipe de cuento
cuyo padre era un conde desterrado.
Su abuelo sí fue rey, mas fue expulsado
al traer la república otros vientos.
Un dictador se imaginó el invento
de un sucesor de pega con corona,
y pactó con el conde. La persona
debía ser adicta y no incordiar,
y así llegó ese príncipe a reinar,
pero nadie apostó por su poltrona.
Empezamos a verle las maneras
cuando cesa a Navarro y Suarez insta
a hacerse el harakiri a los franquistas,
gran jugada de buenas a primeras.
La cosa mejoró cuando, de veras,
convocó a democrática elección
para otra vez tener Constitución
cediendo este monarca sus poderes;
de momento, hacía los deberes
y el pueblo lo acogió con ilusión.
Lo que le hizo ser un rey de mérito,
—superando el epíteto de “El breve”—
fue parecer actuar como se debe
la noche del golpismo hacia el pretérito.
Pero cavó su tumba como “emérito”
por ese yerno que acabó en prisiones,
por excederse en cuanto a comisiones,
y por no escoger bien las cortesanas.
Al exilio se fue y hubo jaranas,
he de reconocer que con razones.
La gente preguntaba "¿dónde está?",
toda España pendiente de su ex rey;
quien aún era “emérito” por ley
no supo demostrar su majestad.
Se despidió por carta y, de verdad,
nos sonó a despedida a la francesa,
huyendo por si alguien le procesa,
o le montan escraches las amantes
en busca de pastones semejantes
al que dio a quien decía ser princesa.
El final parecía un “vodevil”,
dijo “me equivoqué no lo haré más”,
abdicó, y por la puerta de detrás
se desapareció de forma vil.
Pobre Felipe, a cargo del redil,
intentando salvar la monarquía:
le quita el sueldo al padre, no se fía,
se deshereda, y echa de su casa
a Juan Carlos Primero “El balarrasa”,
triste final para su señoría.
Mas todo puede siempre empeorar,
la redundante “Rey” que fue su amante
obtuvo fotos y audios del “tunante”
con besos y secretos a guardar.
Nadie sabe cómo esto va a acabar,
y cuánto más saldrá de la chistera
de política, sexo o lo que fuera.
Ahora sí que Juan Carlos ha perdido
el respeto que pudo haber tenido
y la historia con él será severa.
No hace falta que vuelvas “Campechano”
y si esas comisiones las cobraste:
devuelve, paga impuestos, suelta lastre,
como cualquier vecino, ex-soberano.
Yo te acepté, siendo republicano,
y, por desgracia, me has salido rana;
ten al menos, pensando en el mañana,
la realeza de limpiar tu nombre,
porque hasta un rey debe saber ser hombre,
si no quiere tener memoria vana.
Y aquí seguimos todos discutiendo
que si la monarquía o la república
en vez de defender la cosa pública
de ineptos y ladrones “in crescendo”.
¿Un presidente, un rey? Pues, resumiendo,
eso no es lo que importa; lo importante
es que cuando nos toque ser votantes
dejemos que nos guíe la razón,
los cantos de sirena y la pasión
son discursos muy poco edificantes.
No quiero un presidente bananero
ni un rey comisionista y con harén,
de momento Felipe me va bien
pero nunca creí en los herederos.
¿Monarquía electiva en nuestros fueros
o una república no partidista?
El tiempo lo dirá, pero en la lista
de los buenos monarcas, el penúltimo
se lo ha puesto difícil a este último:
¡espero que la suerte nos asista!
Ricardo Fernández Esteban ©
Un poema no tiene por qué ser lírico, también puede ser crítico o satírico y poner su granito de arena, para que regeneremos la política y las instituciones del Estado. Hay repúblicas y monarquías bananeras, y lo que nos interesa es todo lo contrario. Las inviolabilidades por motivos económicos no tienen razón de ser ni para un presidente ni para un rey.
Como siempre, todas las opiniones concordantes o discordantes serán bien recibidas, mientras sean razonadas y evitemos los insultos.
En este blog he dedicado sátiras y reflexiones éticas a partidos de todos los colores e ideologías, hasta los más próximos a la mía. Aquí tenéis la página de Mis poemas y sátiras políticas , estos son los etiquetados como Mis sátiras ético políticas y estos como Mis poemas y sátiras éticas. Que cada palo aguante su vela, aunque sea la que nos ilumina.
Posdata de hace unos días: Nos acabamos de enterar que el "Emérito" ha constituido en los "Emiratos" (sic): un "instrumento societario" se supone que para centralizar su dispersa fortuna y asegurar la herencia a sus hijas tras su fallecimiento (el actual monarca ha rechazado la herencia de su padre). Formalmente, la fundación tendría como objetivo formal promover el legado histórico de su reinado a través de la financiación de actividades educativas y culturales. Pero a la vez, amparadas por la legislación emiratí, este tipo de sociedades facilitan la centralización y traspaso de bienes patrimoniales. Además gozan de una fiscalidad casi nula en ese país, mientras que la Hacienda española perdería definitivamente el rastro de toda su fortuna. (de Wikipedia).
Vamos, que como dije, este escándalo parece no tener fin. Por suerte, al menos de momento, su sucesor lo está haciendo bastante bien dentro de sus posibilidades constitucionales.
3 comentarios:
Excelente crónica poética, Ricardo.
Espero que Felipe VI no te dé ocasión de componer un ejercicio similar.
Dulce y punzante a la vez.
Enhorabuena, Ricardo!
Muy buena la del rey emerito, totalmente de acuerdo! Has leído el artículo de Perez Reverte, sobre esto? Muy en linea!
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