A Enrique Díez-Canedo (Badajoz, 1879 - Cuernavaca, Méjico, 1944) intelectual, traductor, crítico y diplomático, se le suele catalogar como poeta postmodernista sobre todo en su primera época. Según Federico de Onís responde a un modernismo refrenado que se abre a tendencias reactivas a la propia retórica modernista: la sencillez expresiva, la tradición clásica, el romanticismo, el prosaísmo de lo urbano o la ironía sentimental. Quizá sea mejor dejar etiquetas y teoría, y disfrutar simplemente de su poesía.
A MEDIA VOZ
Para que suavemente vibren en tus oídos
quiero rimar mis versos con asonancias sordas;
buscar semivelados acordes y pianísimos,
desnudar las ideas, enrarecer las formas;
sutilizarlas tanto que, tenues, las palabras
transparentes se tornen como velos nupciales
si conseguir no pueden la limpidez del agua;
como el agua, si no pueden ser como aire.
Y entrecortarlas con silencios prolongados
para saborear todo su encanto íntimo:
silencios clamorosos, que serán como espacios
llenos por las miradas de puntos suspensivos.
Así podré quizá decirte mis eternas
ansias de ti, mis hondas ternuras inefables,
sin diluirlas en las palabras pequeñas;
conseguir que a tu alma desde la mía pasen
como pasa esta música de no sé qué piano
que a nosotros, lejana, viene de no sé dónde,
perdida... Nos parece que, oyéndola, escuchamos
el latir del inmenso corazón de la noche...
La sombra del ensueño (1910). Enrique Díez-Cañedo
Para que suavemente vibren en tus oídos
quiero rimar mis versos con asonancias sordas;
buscar semivelados acordes y pianísimos,
desnudar las ideas, enrarecer las formas;
sutilizarlas tanto que, tenues, las palabras
transparentes se tornen como velos nupciales
si conseguir no pueden la limpidez del agua;
como el agua, si no pueden ser como aire.
Y entrecortarlas con silencios prolongados
para saborear todo su encanto íntimo:
silencios clamorosos, que serán como espacios
llenos por las miradas de puntos suspensivos.
Así podré quizá decirte mis eternas
ansias de ti, mis hondas ternuras inefables,
sin diluirlas en las palabras pequeñas;
conseguir que a tu alma desde la mía pasen
como pasa esta música de no sé qué piano
que a nosotros, lejana, viene de no sé dónde,
perdida... Nos parece que, oyéndola, escuchamos
el latir del inmenso corazón de la noche...
La sombra del ensueño (1910). Enrique Díez-Cañedo
Tres conocidos poemas suyos . Y si queréis profundizar sobre su obra esta es una tesis doctoral de Elda Pérez Zorrilla .
3 comentarios:
Bravo, Ricardo
por tu gran labor en acercarnos toda esta maravilla hecha palabras.
Felicitaciones poeta 🌸
Se agradece su gran labor en compartir estas formas clásicas de poesía, un abrazo
Publicar un comentario