lunes, 20 de noviembre de 2023

Andrés García Cerdán

Andrés García Cerdán (Fuenteálamo, Albacete, 1972) ha publicado poesía y ensayos desde 1997. Su poesía es dura, profunda e interesante. Os copio unos poemas suyos y su voz. Últimamente estoy analizando en los poemas si los versos se corresponden en sus cortes a cómo se recitan, porque encuentro versos mal cortados, y esta es mi única observación negativa de estos. Si no os interesan esos estudios os los podéis saltar y concentraros solo en los poemas, pero creo que una crítica poética también tiene que dedicar algo de tiempo a la estructura de los poemas, porque estos son contenido y continente, y ese continente debe ayudar a la lectura y recitado.


LÍNEA DE COSTA

La diferente longitud del verso
y el lugar al que llega
cada vez que intentamos decir algo
esculpen una línea de costa imaginaria
en el poema. Ese
es el límite entre los mundos.
El litoral del tiempo y el lenguaje.
La erosión, la marea, las urbanizaciones
trazan un recorrido eléctrico
y una frontera sur,
un borde incandescente entre tú y el océano.
Algunos versos caen al poema
a plomo,
como caen los acantilados.
Otros versos extienden
sus blancas arenas con total docilidad,
hasta dejar de ser.
Se abre una bahía
en torno al verbo resistir.
Reconozco palabras que son puertos.
Las breves depresiones,
los accidentes,
las calas
ecualizan el canto. Vibra
sobre el papel el pulso
del viejo electrocardiograma lírico.
El corazón explota a diferentes
profundidades.
Si calla el horizonte, hay que callar.
No sé bien cómo, pero
voy a elegir contigo
una ensenada en esta costa,
un lugar que aún no haya sido invadido
por las excavadoras,
donde podamos estar solos
y bañarnos desnudos
y, en mitad de la noche, encender una hoguera
que arruine todos los satélites.


Andrés García Cerdán de "Defensa de las excepciones" (2018)

Si midieseis estos versos veríais que su estructura es lo que llamamos una "silva polimétrica blanca de impares", fundamentalmente con versos de 5, 7, 9, 11 y 14 (7+7) sílabas que son longitudes armónicas para el recitado. Lo que pasa es que algunos de esos cortes teóricos de los versos son arbitrarios, ya que no corresponden con las paradas sintácticas que efectuamos al recitar o a leer.

Lo comprobaréis en el segundo poema en que podremos comparar cómo lo escribe y cómo lo lee el autor, ya que tengo un audio del mismo.


FRESAS

Amargan estas fresas. Las compramos
ayer en el mercado, en el local
de un mercader armenio. Deslizándonos
entre la gente, heridos
por el bullicio hermoso de la plaza,
llegamos a la tienda: el mundo
ardía en sus colores y en su encanto.
La dulzura del sol y de la fruta
bañaba la mañana. Mandarinas,
peras, melocotones, kiwis,
manzanas. La metáfora
de la fiesta del mundo: la explosión,
el júbilo, el trabajo de un hombre.
Las monedas pasaron de una mano a otra.
Se despidió en su lengua antigua,
bendiciéndonos, el tendero. Ahora,
ante la tele, mientras tomo
la cuchara y mezclo las fresas
con el yogur, ya antes de probarlas,
lo sé: amargas. Yacen boca abajo,
como lirios tronchados, cientos
de personas. Su sangre deja charcos
oscuros, regueros podridos, secos
en las aulas. En Kenya, 2015.
El hombre ha muerto y Dios también.
No están los organismos oficiales
para certificar tanta vergüenza.
Disfrutan de su cóctel en terrazas
con vistas a otro océano. No valen
nada estas vidas. Valen nada
los cuerpos. Vale nada este licor
sagrado que hoy escancian brutalmente,
desde el mayor odio posible,
los hijos de la nada y la barbarie.

Andrés García Cerdán de "Barbarie" (2015)

Otro poema que teóricamente es otra silva blanca de impares (5, 7, 9, 11 y 7+7 sílabas), pero que se recita de otra forma. Aquí tenéis al autor recitándolo a partir del minuto y 25 segundos del audio


Este recitado que efectua el autor, y que yo comparto, es el correcto del poema y bastante distinto al que sugieren los cortes versales.

Amargan estas fresas.
Las compramos ayer en el mercado,
en el local de un mercader armenio.
Deslizándonos entre la gente,
Heridos por el bullicio hermoso de la plaza,
llegamos a la tienda:
el mundo ardía en sus colores y en su encanto.
La dulzura del sol y de la fruta
bañaba la mañana.
Mandarinas, peras, melocotones, kiwis, manzanas.  
La metáfora de la fiesta del mundo:
la explosión, el júbilo, el trabajo de un hombre.
Las monedas pasaron de una mano a otra.
Se despidió en su lengua antigua, 
bendiciéndonos, el tendero. 
Ahora, ante la tele, 
mientras tomo la cuchara 
y mezclo las fresas con el yogur, 
ya  antes de probarlas, lo sé:
amargas.
Yacen boca abajo,
como lirios tronchados, 
cientos de personas. 
Su sangre deja charcos oscuros, 
regueros podridos, secos
en las aulas. 
En Kenya, 2015.
El hombre ha muerto y Dios también.
No están los organismos oficiales 
para certificar tanta vergüenza.
Disfrutan de su cóctel en terrazas
con vistas a otro océano. 
No valen nada estas vidas.
Valen nada los cuerpos.
Vale nada este licor sagrado 
que hoy escancian brutalmente,
desde el mayor odio posible,
los hijos de la nada y la barbarie.


¿Por qué hacen esto algunos autores? ¿Por un aparente formalismo en mantener versos teóricamente armónicos que luego recitan de otra forma? No sé, porque en este caso la forma en que se recitan los versos también es en general armónica, por lo que aún encuentro menos sentido a esos cambios. Quizá sea por querer huir visualmente del poema métrico con esos cortes que producen encabalgamientos arbitrarios. Habrá que preguntarles a los autores.

Os dejo otro poema, este ya sin comentarios, para que simplemente lo podáis disfrutar.

B MINOR  

En aquel tiempo, Kurt enchufó la guitarra,
se inclinó hacia su izquierda, habló
con el lenguaje de los ángeles
y, de un zarpazo,
cambió el curso del río Wishkah.
 
Cayeron catedrales. El mundo fue vendido
como si no importara nada.
 
Nosotros aprendimos a no pedir perdón,
a no tenerle miedo al ruido,
a revolcarnos en el suelo eléctrico.
Y aprendimos a enloquecer con calma
y a amar a aquella chica rubia
que –como todo– aún estaba por llegar
y ya se había ido.

Andrés García Cerdán de "Grunge" (2022)























A quienes os interesen estos temas métricos generales o este tema específico os recomiendo mi tratado, revisado en diciembre de 2023, "Métrica poética del idioma español" que lo explica de una forma accesible. Hay que tener en cuenta que un poema es contenido y continente, y conocer las normas de los continentes armónicos (la métrica) ayuda a poetas y lectores a descubrir los porqués de los ritmos armónicos o lo que es real verso libre.







2 comentarios:

Yhedra Yhomisma dijo...

Me ha resultado curiosa esta entrada porque en ella, respecto a la métrica escrita y a su interpretación a la hora de declamar, comentas algo que me ha resultado interesante, pues es justamente lo que hago yo, escribir de una manera y leer de otra. Creo que la forma clásica de leer el poema, con pausas a final de cada verso, cayó en desuso ya hace un tiempo, yo he escuchado interpretar a los autores del teatro del Siglo de Oro de otra manera y queda más natural, al mismo tiempo que no desluce para nada el texto, lo dota de toda si intención, porque al fin y al cabo el verso sujeto a métrica no deja de ser un artificio. Claro que admito que, casi como para todo, hay gustos y opiniones. A parte de eso, gracias por compartir este autor, me ha gustado; otro más merecedor de ser leído, destacable, de los que no tenía noticia y que gracias a tu página he conocido.

Jordana

Ricardo Fernández Literatura dijo...

Jordana:

Se puede leer un poema como uno quiera, pero si no se efectúan pausas versales (en versos con ritmo) el poema se difumina y se acerca a la prosa. Si el poema es rimado esas pausas pueden disminuir y producirse encabalgamientos ya que el sosten del verso pasan a ser esos finales repetitivos.

Otra cosa es que el poeta corte los versos en unos lugares determinados y luego recite el verso cortando en otros que se corresponden con las pausas sintácticas. En este caso pienso que dificulta la tarea del lector y, al menos para mí, eso no ayuda a disfrutar del poema.

Un abrazo