¿Cómo escribir ahora poesía,
por qué no callarnos definitivamente
y dedicarnos a cosas mucho más útiles?
¿Para qué aumentar las dudas,
revivir antiguos conflictos,
imprevistas ternuras;
ese poco de ruido
añadido a un mundo
que lo sobrepasa y anula?
¿Se aclara algo con semejante ovillo?
Nadie la necesita.
Residuo de viejas glorias,
¿a quién acompaña, qué herida cura?
Juan Gustavo Cobo Borda
PACTO
Si ahora solo hay
plazos fijos
y amodorrada fatiga,
¿por qué me sacudes
con el vibrante latigazo
de tu risa?
Y pones sobre tantas
y tan erosionadas ruinas
el airoso pendón
de tu belleza imprevista?
Como cuentas de servicio
que llegan inexorables cada mes
—la luz, el agua,
la palabra y el fuego—
pareces naufragar
entre deberes ineludibles.
Pero traes también consigo
aquella legendaria ilusión
que caldea el pulso
y nos obliga a mirar,
con distracción obsesiva
el vasto enigma de la lejanía.
Por ello me consagro
a tu servicio,
honor y herida.,
entre desfallecimientos e ímpetus
para reestablecer ese sucio amasijo
de podredumbre y dulzura
de donde brota
un jardín y un circo.
Lo muy poco perdurable
que sobre esta tierra subsiste.
Juan Gustavo Cobo Borda
DE VIVA VOZ
El amor es monstruoso.
Ya no recordamos
si alguna vez
fuimos otro distinto
de quien sólo existe
para escuchar una voz,
una exigencia brutal,
la dulzura inenarrable
de un 'te adoro, te adoro, te adoro',
un sarcasmo helado,
un sol bajo el cual
todo florece de nuevo.
(Cuando ella gritaba 'loco'
y la espuma de su vientre
desbordaba fresca y ávida).
El amor es mortal:
te congela los pies
si huyes de él.