Rocio Acebal (Oviedo, 1997) ha publicado dos poemarios, Memorias del mar (2016) e Hijos de la bonanza (2020) que ganó el premio Hiperión. Me centraré en este último libro que me ha permitido conocer la obra de una gran poeta, tanto por el contenido de sus textos, como por el formato con el que escribe, que mantiene un magnífico ritmo poético al que nos tienen poco acostumbrados los autores jóvenes.
PROCESO LITERARIO
Acudir a tertulias de santones.
Escribir en un par de suplementos.
Llevar una revista o ejercer
de antólogo imparcial de tus amigos.
Actualizar el blog semanalmente.
Estudiar al dedillo las teorías de Dámaso
y el diario de Jaime.
Presentarse a concursos. Negar haberlo hecho.
Twittear al premiado: merecido,
qué ganas de leerlo
Quedarse con las caras del jurado.
Hacer generación como quien hace
encaje de bolillos.
Mantener buenos términos con todos los poetas
y odiar terriblemente a un compañero
de tertulia o revista.
Enviar manuscritos. Negar haberlo hecho.
Suplicar por un prólogo o, al menos,
una contraportada.
Enviar un WhatsApp a todos tus amigos:
El día ha llegado: mi libro ve la luz.
Os espero a las siete
en una librería. Me acompaña
un señor novelista o tertuliano.
Buscar el ángulo que muestre el gran
aforo del evento.
Invitar a café a un par de críticos.
Negar haberlo hecho.
¿Escribir un poema? Esa es la parte fácil.
de Hijos de la Bonanza. Rocio Acebal.
Este otro poema tiene alguna influencia de Luis Alberto de Cuenca, pero cambiando el yo poético de masculino a femenino.
RUEGO EGOÍSTA
Si una
tarde, a lo lejos, me descubres
cargando con la compra ensimismada,
no busques el saludo, ni me cuentes
que al final has sentado la cabeza:
trabajas en un banco,
tienes mujer, tres niños
y casa en propiedad en Castellana.
Disculpa este
desplante, pero entiende
un poco mi egoísmo: no me importa
el hombre que eres hoy, sino el que fuiste
hace casi diez años, una noche,
cuando nosotros no éramos nosotros
ni este mundo —que pronto
se descubrió mezquino, inhabitable y cruel—
era este mundo aún,
cuando me amabas
y yo te amaba a ti y era bastante.
No me
obligues a ver en quién te has convertido:
no me importa de ti sino el recuerdo.
de Hijos de la Bonanza. Rocio Acebal.
A continuación otro buen poema, aunque este no pertenece a "Hijos de la bonanza", en que he desglosado la longitud versal y las tonicidades de cada verso, para que veáis por qué suenan tan bien estos versos.
En la estación de trenes de mi ciudad 7+5
una mampara gris de metro y medio en el andén 7 + 9(2.4.8)
separa a los viajeros 7
de sus acompañantes. 7
Me gusta imaginar que el encargado 11(2.6.10)
de esta compartimentación 9((1).(4).(6).8)
lo hizo con intenciones más humanas 11(1.6.8.10)
que el control de billetes, el aprovechamiento 7 + 7
máximo de recursos 7
o simplemente por ahorrar espacio: 11(2.4.8.10)
aquí las despedidas no pueden susurrarse 7 +7
con la cara escondida en el abrazo, 11(3.6.10)
la arquitectura obliga 7
a levantar la voz y la mirada 11(4.6.10)
para decir «te voy a echar de menos». 11(4.6.8.10)
Bendito-condenado responsable 11(2.6.10)
de esa mampara gris de metro y medio, 11(4.6.8.10)
gracias a ti miré a los ojos del amor 7 + 7
una · última vez. 7
He ampliado esta entrada en un artículo que he publicado en "La nueve musas" con más información sobre "Hijos de la bonanza"