El libro invade un día Barcelona
con cientos de "paradas" bordeando las calles
y esa Barcelonandia que tanto critiqué
—por haberse vendido más que el alma al turismo—
vuelve a ser lo que fue, ciudad de los prodigios
en que sus habitantes se regalan cultura.
Ya sé que es poco un día,
pero menos es nada y quizá se contagie.
Benéfica epidemia la de un virus
que nos haga leer,
en vez de la maléfica
que nos dejó dos años sin fiestas que guardar.
En cuanto a rosas, sobran muchas,
lo que fue tradición, la prueba de un amor,
se multiplica en puro compromiso.
Nos llegan a millones de países lejanos,
nacieron bajo plásticos, fueron contaminantes
y mueren otra vez rodeadas de plástico.
No les queda ni olor, y acaban repartidas a voleo;
cuida tú que las tuyas sean distintas.
En cuanto a libros, nada que criticar,
Que la palabra se difunda siempre es bueno,
y si algo no lo es, ya lo criticaremos otro día.
Hoy no toca,
Los libros y las rosas se merecen
que los críen pensando en su destino
y perfumen la mente o el olfato.
Haz compra responsable, piensa quién
recibirá el regalo y quién lo crea.
Así, Sant Jordi vencerá al dragón
que en estos tiempos luce disfraz de consumismo.
Ricardo Fernández Esteban ©
Respecto a los libros, la facturación de ese día puede superar el 10% del total anual. Bienvenida sea, pero no iría mal un poco más de reparto y de selección de títulos más allá del bestseller de turno.