sábado, 10 de agosto de 2013

Santorini: Sombras y luces


Este poema está dedicado a Santorini, isla griega que sufrió una explosión volcánica en el siglo XVII a.C. que se llevó parte por los aires dejándola con  forma de cruasán. Hoy la isla está sometida a otros ataques: el turismo de masas o los cruceros que fondean en su caldera (el cráter que parece de plata en las noches de luna llena) y descargan toneladas de pasajeros que ascienden caminando, por teleférico o en taxi-burro hasta Firá a 200 metros de altura en el borde del precipicio. El resto os lo podréis imaginar, souvenirs, aglomeraciones, comederos turísticos, bares de copas, etc.

Vista general. En lo alto la isla de Ios, y a la derecha asoma Anafi

SANTORINI: Sombras y luces

Ya brilla la luna sobre la caldera,
y en agua de plata
fondean cruceros que al nacer el día
soltarán su carga con más de lo mismo:
Miles de turistas, meros transeúntes.
Unas pocas horas para recorrer
las tiendas, los bares y los callejones
que muestran lo falso,
lo que llaman típico que sale en las guías,
lo que quieren ver esos cruceristas
que bajan en barca,
que suben en burro por las escaleras
del muelle a Firá,
y dan una vuelta, y vuelven al barco
diciendo “bonito”, y guardan en fotos
sus falsas imágenes de pura postal.

¡Qué pena, qué lástima, si es ésta su Grecia!
No viven lo auténtico:
Recorrer sus montes, sus playas, sus pueblos,
comiendo de huerto, de corral o barca
en una taberna… a un palmo del mar.
Gozar de su azul, su fucsia y su blanco,
y ponerle nombre a una de sus luces,
a una de las miles que alumbran su cielo.

Ya se van los barcos y llegarán otros,
hoy en Santorini y mañana en Mýkonos.
¿Y qué es lo que han visto?,
nada más ni menos que lo que han buscado.
Pero, qué me importa
si no hacen, por suerte, escala en Folégandros.
¿Fole qué? —preguntan—
y yo les respondo: Nada cosas mías.
¡Qué lujo de barco!, ¡qué suerte tenéis
que veis tantas cosas sin mover maletas,
qué envidia me dais!


“I love Santorini”,
pero por la noche, cuando es madrugada,
sin hordas turísticas en Firostefani,
con suave "meltemi",
con calles vacías,
con todo el silencio,
con la luna llena sobre la caldera,
con su mar de plata, que aquí sí es de plata,
con sus mil terrazas con blanco de cal,
con verde y con fucsia de sus buganvillas.

Hay dos Santorinis,
el de los turistas y el que un día fue nuestro.


Cuadernos de las islas griegas.

Ricardo Fernández Esteban ©

A pesar de todo, por la noche cuando desaparece el turismo de paso y alejándose del núcleo de Firá, en Firostefani todavía se puede disfrutar de la vista de la caldera desde el camino de ronda del acantilado; os dejo dos muestras. También son recomendables sus maravillosas puestas de sol, aunque la soledad es más problemática.



Adenda de 2020: Ya que os he comentado sus puestas de sol, aquí tenéis una desde Firostefani. La primera isla que se ve es Zirasia (parte de la antigua Santorini). El perfil sobre el que se pone el sol es Folégandros, la isla que menciono en el poema y que desgraciadamente también está siendo invadida por el turismo, aunque más fashion; aquí tenéis el último poema que le he dedicado y podréis acceder a otros, Por fin, el perfil de la derecha es Síkinos, aún pura Grecia.



Adenda de 2023: "Por las islas griegas" es una guía poética que recoge mis viajes durante más de 20 años por más de 70 islas griegas con mis recomendaciones personales sobre los lugares que prefiero. Guía que he revisado y ampliado en abril de 2023. Aquí tenéis más información del libro y en este enlace lo podéis conseguir en Amazon.



5 comentarios:

Tramos dijo...

CUANTA VERDAD¡¡
CUANTA BELLEZA NOS ENSEÑAS EN LA SOLEDAD DE LA MISMA

GRACIAS,

Unknown dijo...

Todo es tan cierto,lo que dices puede aplicarsele a otros lugares de la tierra convertidos en destinos favoritos de turismo para beneplácito de empresarios y gobiernos rapaces. Solo la poesía y un poeta puede expresar esto cabalmente. Gracias.

Yhedra Yhomisma dijo...

Pues sí, pienso lo mismo, que una cosa es viajar y otra hacer turismo. Esos viajes de siete días recorriendo 10 ciudades a la carrera, detrás de un guía y una manada de gente, tropezando con cientos de guías y de otras manadas análogas , no sé si tienen demasiado sentido. Lo único que estamos consiguiendo con esta fiebre por viajar todos de un lado para otro es cargarnos el centro histórico de las viejas ciudades. Además , últimamente tengo la impresión que la gente ya no admira, no ya con reposo, es que ni siquiera mira, a no ser a través del objetivo de una cámara; se trata de estar el tiempo justo de sacarse el selfi y de poner el mensaje contándolo. Dichoso tú que , sabiamente , eliges otra forma de viajar( y que además puedes permitírtelo). Besos

Daniel Zambrano dijo...

Maestro Ricardo, gracias por evocar esas imágenes tan nítidas de ambas Santorinis que planteas. Nunca había escuchado sobre la isla, pero ahora siento que la conozco al menos un poco.

Abrazos.

Anónimo dijo...

A pesar de su belleza natural que adiviné mientras recorría las calles a paso de turista, Santorini me dejó un recuerdo contradictorio: no pude disfrutar de lo bello y tuve que sufrir el calor, las prisas y las aglomeraciones de personas muy vulgares.