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domingo, 5 de septiembre de 2021

Nikuria y yo

He vuelto a las islas griegas en un vuelo directo a Mýkonos (esdrújula que se suele pronunciar mal como Mykónos) y he aprovechado para darme una vuelta por esta isla turística que hace años que no visitaba. Lo que he visto es peor que lo esperado, sobre todo en cuanto a playas cubiertas de bosques de sombrillas, tumbonas y beach-clubs. Por eso, no me he considerado en el islario griego hasta que he llegado a Amorgós y ahora escribo desde Nikuria, su isla filial frente a su costa norte. Todo cambia, Amorgós y Nikuria no son el paraíso que eran 20 años atrás, pero van resistiendo y siguen seduciendo a sus visitantes con sus encantos.

La costa de Amorgós desde Nikuria

ENVEJECER JUNTO A NIKURIA

Mi primer baño griego es en Nikuria,
porque pasé por Mýkonos de prólogo,
después de muchos años de abstinencia,
y no me apeteció lo que encontré;
me asustaron sus bosques de sombrillas
con tumbonas a juego y los beach-clubs
amurallando el fondo de las calas.

Esto tampoco va de isla perdida,
pero resiste bien y, aunque los peces
ya no desfilan frente a mí, la arena
tiene escasas palmeras de cañizo,
no hay tumbonas de lujo y la cantina
sirve algo de beber y poco más.

Nikuria evoluciona y yo también.
Antes clavaba parasol en playas
alejadas de todo, con el cuerpo
recostado en guijarros; Robinsón
voluntario con Viernes femenino
que quisiera esa guisa en vacaciones.
Ahora acepto gandula y sombra ajena,
si están poco pobladas y no hay música
—salvo si es la del agua con la orilla—
y el Viernes es Domingo de guardar.
Eso sí, les exijo un mar azul
sin almacén de barcas, horizontes
rotos por los perfiles de otras islas
y destellos de luz que formen puentes
que las unan en el atardecer.

Nikuria y yo envejecemos juntos,
nos seguimos queriendo y repetimos.

Nikuria, IX-2021. 
Ricardo Fernández Esteban ©

En el blog he dedicado otros poemas a Nikuria. También hay otros sobre la Jora (el clásico pueblo capital) de Amorgós que para mí sigue siendo la mejor jora de las Cícladas (y eso que es dificil escoger), aquí tenéis dos: Otra vez en la Jora y ¿Cuántas capillas conviven en la Jora?

Estos poemas están incluídos en mi libro "Por las islas griegas", revisado y ampliado en 2023,que recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).


El canal entre Nikuria y Amorgós


Nikuria desde Amorgós, al fondo el perfil de Donousa

Nikuria entre el mar bravo y el calmado




miércoles, 9 de junio de 2021

Vuelvo al Egeo

Vuelvo al Egeo, en junio de 2021, para cruzar el Dodecaneso de norte a sur, de Samos a Kárpazos en el "Graal", un velero de 50,5 pies. Tenemos pensada una ruta, frustrada por la pandemia el pasado año, pero al final decidirán el mar y los vientos.

En este viaje el blog recuperará la semántica de su nombre, "Cuaderno de bitácora" y en 2021, 2018 y 2017: En velero por el Dodecaneso, añadirá un resumen y algunos poemas a los de dos anteriores travesías por el Dodecaneso, como lo hice en 2019: Navegando por las Cícladas, o en 2012: de Valencia al Dodecaneso.

La primera escala prevista es en Furni

VOLVER AL MAR EGEO

Volver al mar Egeo.
Abrir de nuevo la bitácora
que fija singladuras.
Vislumbrar los perfiles conocidos
donde se funden tierra y mar.
Buscar alguno nuevo
por añadirle cuentas al islario.
Seguir dudando sobre si
ya es hora de reposo
o no hay mejor destino que el camino.
Dejar disquisiciones
y concentrarme en disfrutar la ruta,
muchas islas e infinidad de azules
esperan al “Graal” en el Dodecaneso.

Ricardo Fernández Esteban © 2021

Hasta pronto. El próximo domingo día 13 comenzamos las singladuras.




Mi libro "Por las islas griegas", revisado y ampliado en 2023, recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).


lunes, 14 de septiembre de 2020

¿Qué fue lo que me atrajo de Folégandros?

Volver a Folégandros siempre es una fiesta. La pequeña isla en medio del Egeo mantiene un encanto especial, a pesar de que el turismo la cerca y la convierte en demasiado multitudinaria. Este año, a causa de la pandemia, la isla está inusualmente vacía sín las aglomeraciones de los últimos tiempos. Pero no creo que eso nos deba alegrar, porque el motivo es nefasto; hay cosas que no tienen vuelta atrás, y la prefiero más llena y sin pandemias.


¿QUÉ FUE LO QUE ME ATRAJO DE FOLÉGANDROS?

¿Qué fue lo que me atrajo de Folégandros?

¿El recorrer la Jora que no tiene peldaños,
la de las siete plazas entre viejas capillas
donde cenas y compartes las copas
con las flores y estrellas?

¿O fue el Kastro, el castillo habitado,
el de la calle-patio y estrechos pasadizos
del tiempo detenido e historias de piratas,
que tiene por muralla la roca vertical?

¿O esa bahía a la que llaman
“la estación de los barcos”,
donde conviven veleros, ferrys y bañistas
frente a la casa blanca que está rozando el agua
y la luna que crece con su estela en el mar?

¿O el blanco monasterio que preside la Jora
en la colina, junto al acantilado, 
con su largo camino de zigzags y escalones 
desde donde contemplo como se oculta el sol?

¿O el resto de la isla cuajada de bancales
en la que ves azul a babor y a estribor,
y donde todavía encuentras “kalderimia”
con burros que transportan la vida en sus alforjas?

Supongo que sumé algo de cada cosa 
en los lejanos tiempos de ser bisoño en islas,
de descubrirlo todo porque sabía muy poco.
Luego “Fole” se fue turistizando, yo repetí visitas
y comencé a sentirla de forma diferente,
aunque tengo por ella un enganche especial
que siempre la sitúa en mi póker de ases.

Este año es distinto, el miedo y la pandemia
han dejado a la isla con mucho menos público
y vuelve la visión de los tiempos pretéritos,
sin aglomeraciones ni en su calles ni playas.
Por una vez, quizá deba ser cierto
que “del mal surge el bien”, 
pero no, eso no es cierto, la prefiero normal 
y me sería muy triste dar por buena
esta imagen antigua que nos muestra Folégandros.

Ricardo Fernández Esteban ©

Las Joras (χώρες) son las pequeñas capitales de las islas, de calles y casas blancas, normalmente escalonadas (excepto la de Folégandros) y situadas sobre alguna colina para defenderlas de los antiguos piratas.
Los Kastros son los castillos o zonas amuralladas que presiden las Joras y que han sido reconvertidos en viviendas.
El puerto de Folégandros σe denomina Karavostasis (Καραβοστάσης) que en griego significa "estación de barcos".
Se denomina kalderimia (καλδερίμια) α los antiguos caminos de herradura empedrados que recorren las islas.

Este poema es mi pequeño homenaje a esta isla a la que he vuelto muchas veces desde la primera vez que la visité hace dieciséis años. En esa primera visita ya le dediqué un poema  a "Folégandros" y otro unos años más tarde "A pesar de mis quejas, no se está nada mal aquí en Folégandros" . Los años pasan y se va aumentando el inventario de islas, pero algunas dejan un poso especial en nuestros recuerdos y en los deseos de repetir. Aquí tenéis unas cuantas fotos para abrir boca


La Panagia que preside la Jora
La Panagía que preside la Jora

La calle-patio del Kastro

Karavostasis

Una de las 7 plazas de la Jora

Unas capillas en Galifos

Aghios Nikolaos

Vista general de la Jora

Estos poemas están incluídos en mi libro "Por las islas griegas" , revisado y ampliado en 2023, que recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre los lugares y establecimientos que prefiero. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).




jueves, 27 de junio de 2019

¿Cuántas capillas conviven en la Jora de Amorgós?

Se denomina "Jora" (Χώρα) a las antiguas capitales de las islas griegas. Pueblos de calles estrechas y escalonadas que conservan ese sabor de tiempos antiguos, aunque algunas se hayan turistizado más y otras menos. La de Amorgós es una de mis preferidas y resiste bien, combinando bares, tabernas y tiendas en un ambiente mágico cuajado de capillas. ¿Cuántas hay? Muchas y más por feligrés. De eso va el poema, de cuántas hay y de qué tipo, y de lo que me sigue seduciendo la Jora de Amorgós.



¿CUÁNTAS CAPILLAS CONVIVEN EN LA JORA?

La Jora es un rosario de capillas.
Mientras recorro las intrincadas calles
escalón a escalón, hago inventario:
tras cada esquina hay una,
en las plazas un mínimo de dos,
y algunas más que habitan por las lindes del pueblo.
Las hay grandes, pequeñas y minúsculas;
son únicas, mellizas o trillizas;
las principales tienen culto diario,
las hay que han de esperar a su patrón,
y otras han sido desacralizadas;
pero todas conservan
la cruz que las distingue y su envoltorio blanco.

En un paréntesis de cuentas, cuento
que el domingo pasado, en la Metrópolis
oficiaba un obispo, de venerable edad
con báculo, tiara y varios ayudantes,
una misa cantada, bien cantada,
entre parafernalias y ortodoxias.
Y digo yo que sí, que todo o nada;
la religión conviene con los signos externos,
que albergan al misterio y eluden raciocinios,
como en nuestros lejanos tiempos de oficios en latín.

Volviendo a lo que iba, al inventario,
conté unas veinticinco, lo que es mucho
por cada feligrés, pues el pueblo es pequeño.
Mejor, así las almas pías
tienen más protección divina por cabeza
y las nuestras, desde el respeto agnóstico,
disfrutan de la Jora, que resiste al turismo,
por sus calles y plazas cuajadas de capillas,
que conviven con tiendas y tabernas,
como convive el alma alojada en el cuerpo,
en esa conllevancia que en este caso suma.

Ricardo Fernández Esteban ©



Como señuelo, os dejo unas cuantas iglesias de la Jora, el resto tendréis que venir a descubrirlas. Seguro que si contáis bien llegáis casi a las treinta.









He dedicado otros poemas a Amorgós y algunos se encuentran en este blog. Este lo escribí en mi tercera visita temiendo que la Jora hubiese perdido sus encantos, pero los mantenía y los sigue manteniendo. Estos otros están inspirados en Nikuria, la isla al norte de Amorgós separada por sólo cien metros de canal, que tiene una magnífica playa. 

Estos poemas están incluídos en mi libro "Por las islas griegas" , revisado y ampliado en 2023, que recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre los lugares, y establecimientos que prefiero. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).



lunes, 17 de junio de 2019

2019: En velero por las Cícladas

Estos son algunos de los sencillos poemas escritos en mi travesía de 2019 en un velero por las Cícladas a finales de la primavera de 2019. En la pequeña bitácora de este viaje podréis situar mejor los textos y los recorridos de este viaje y otro posterior en 2022 por el oeste de las Cícladas.

Desde la Jora de Amorgós, en el centro de las Cícladas

Saltando de isla en isla de Naxos a Paros, 

Al zarpar de Naxos...

Portal de mármol
por donde cruza el sol
orto y ocaso. 
Comienzo singlarura 
de aquí hasta Paros.

La costa norte
tiene pequeñas playas
hoy habitables,
quizá se exilió en ellas, 
sin hilo, Ariadna.

Soltamos ancla,
el primer baño Egeo
es con Apolo.
¿Por qué tiene este mar
cientos de azules?


Naxos y la puerta del templo de Apolo


Al volver a divisar Donussa...

Surge Donusa,
de las pequeñas cícladas
la más oculta.
Después de muchos años
sigue tan pura.

Una taberna,
dos playas y este golfo
de buen fondeo.
Su nombre es complicado:
Kalotarítissa.

La recóndita Kalotarítissa en Donussa

Otra vez en Sjinusa y Kufonisia...

En Sjinusa hay más de 15 playas
cuando no hay, ni siquiera,
la mitad de kilómetros cuadrados. 
Y Pano Kufonissi, la minúscula, 
con la mitad de la mitad, 
compite en cuanto a azul y transparencias. 


Almyrós en Sjinussa. Amanece sobre Amorgós


En Amorgós, islas, costas y tierras...

En Almyrós 
espero se alce el sol
para zarpar, 
Amorgós nos acoge 
por tierra y mar 

Bordo a bordo 
remontamos al viento 
hacia Gramvousa, 
la de arenas doradas 
bajo la ermita. 

La Jozoviótissa, 
mancha blanca en la roca 
acantilada, 
frente al inmenso azul 
y un par de islotes. 

Siempre seduce 
Pasan los años 
y no se turistiza, 
¡suerte que tengo!

La seductora Jora de Amorgós

Forzando el bordo...

Forzando el bordo
junto al acantilado al sur de Keros,
apenas 30 metros entre el casco y las rocas,
recuerdo la semántica del riesgo. (*)
El premio es la profunda cala
donde Irakliá se hunde en el mar
y el barco queda a salvo del poniente.
Luego la singladura continúa
hasta arribar a Ios, a su norte,
tranquilo hoy en que el meltemi duerme
y la luna aparece, luna mora. 

(*) Riesgo viene del latín "resecare", navegar cerca del arrecife, se supone que para tomar un riesgo que reporte beneficio

Turkopígado, al sur de Irakliá


Otra vez en Folégandros...

La Jora de Folégandros
bulle en la noche
y en las plazas se cena,
contando estrellas.
De recorrer tus calles
nunca me canso,
y entre flores e iglesias
contemplo el mundo.

Una de las 7 plazas de la Jora de Folégandros

Karavostasis es más que un puerto...

Karavostasis:
cuando despunta el sol,
balsa de mar.
Siempre se leva el ancla
con añoranza.

Karavostasis, el puerto de Folégandros

Fondeando en Sifnos...

Fikiadas, la mejor cala de Sifnos,
donde San Jorge habita y los demás
somos aves de paso.

Vazý, magnífico fondeo
donde el tiempo da marcha atrás
y Sifnos nos enseña lo que fue.

Vazý, un magnífico fondeo

Por fin pisé Despotikó...

Devuelvo piedra y concha al mar,
ya que por fin visitaré Despotikó.
Dieciocho años después cruzo el canal
y pongo pie en mi Ítaca,
que como todas las islas deseadas
solo ha sido una excusa, que el camino
siempre es más importante que el destino.

Cumplida la promesa, ya es momento
de buscar buen amarre
olvidando el rosario de fondeos,
la rosa de los vientos
y los puentes de plata en el azul.

Despotikó, al sur de Andíparos 

Haciendo bordos para llegar al destino...

Pared de mármol,
lo que antaño fue templo 
hoy es muralla.
La Jora de Parikia
resiste aún.

El Kastro de Parikia construido con restos de un templo

escritos con pasión,
era otra época,
lo que contemplo ahora 
ya no es mi Lefkes

La plaza de Lefkes a primera hora sin turistas

Naussa fashion
de cenas junto al mar 
y tiendas pijas
entre copas y música, 
¿busco esa Grecia?

Naussa, restaurantes y copas junto al puerto

Paros turística
el exceso de encantos
te pervirtió,
pero a veces los vicios
no son pecado.
Si hay penitencia,
me la pido en Andíparos.
Sólo a una milla
encantos y deseos
conviven juntos.


Ayios Giorgios, al sus de Andíparos, frente a Despotikó

Vista de Ansíparos desde el norte

Haciendo bordos en tierra

Los desembarcos suelen
combinar amarguras
con esperanzas.
Se pone fin a un viaje,
pero aumenta el deseo
de repetir.
El barco, el mar y el viento
estarán esperando
 muestro regreso.

Ricardo Fernández Esteban ©


Como os he dicho al inicio en la bitácora de este viaje podréis situar mejor estos poemas en el contexto en que se escribieron. En estos enlaces hay otras bitácoras de travesías, las de 2017, 2018 y 2021 por el Dodecaneso y una larga travesía de 2012 hasta el confín del Dodecaneso saliendo de Valencia.

En este enlace encontraréis información sobre Por las islas griegas, una guía poética (ampliada en 2023) de mis últimos 25 años por más de 70 islas, en la que, además de poemas, encontraréis mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).




miércoles, 20 de febrero de 2019

"Niké", la diosa de la Victoria

La estatua de la "Victoria", la diosa "Niké" griega, se encontró excavando en el templo de los "Grandes Dioses" situado en la isla de Samotracia al norte del Egeo; pero como otras muchas obras de arte fue sacada de Grecia de forma irregular y ha acabado expuesta en el Louvre. Cuando visité ese templo me la imaginé de vuelta a casa y le he dedicado este romance.


NIKÉ (la diosa de la Victoria)

Mi diosa preferida, mi Niké,
del último al primer guerrero heleno
conseguirte en la lid, gritar ¡victoria!,
era ensalzar tu nombre y tu recuerdo.
Cuando te vi en el Louvre, aprisionada,
tan lejos de tu mar, del mar Egeo,
tan lejos de tu monte, el de la Luna,
tan lejos de tu hogar y compañeros,
me prometí robarte y devolverte
a Samotracia, al venerable templo
que habitaban los “Kábiri”, los dioses
extraños al Olimpo, los “Secretos”.
En ese antiguo panteón morabas
antes de tu captura en el museo,
donde te observa gente en zapatillas
orladas de ese logo de diseño,
que unos pronuncian “naik” y otros “naikí”,
y surgió de tus alas, mito griego.


Ricardo Fernández Esteban ©


Se dice que Filípides corrió 42 kilómetros desde Maratón hasta Atenas para gritar "Victoria" antes de morir extenuado, de ahí la denominación de carrera del Maratón a dicha prueba atlética.

"Los kábiri" o "Grandes Dioses" eran unas deidades griegas, la mayoría ajenas a los dioses olímpicos, cuyo culto era muy antiguo y de características secretas e iniciáticas. El santuario (aquí tenéis más información) está situado en el norte de la isla de Samotracia, cerca del mar y en la falda del monte Fengari (luna en griego) que es el más alto de las islas griegas, si se exceptúa a Creta. 

El poema se estructura como un romance de versos endecasílabos, en que riman los pares en asonante, y busca denunciar ese expolio que han sufrido las antigüedades griegas y la conveniencia de que regresen a su lugar de origen. Además, recuerda que, aunque mucha gente no lo sepa, esta diosa ha dado nombre a la conocida marca deportiva "Nike" y a su logo que es una estilización de las alas de la estatua.




Imitando a la estatua en el lugar donde se encontró


Mi libro "Por las islas griegas", revisado y ampliado en 2023, recoge más de 25 años y más de 70 islas visitadas, con mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares preferidos. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).


lunes, 7 de enero de 2019

Las islas Kufonisia: Pano y Kato (la alta y la baja)

Las KUFONISIA (Κουφονήσια) son dos islitas de unos 4 km. cuadrados cada una que forman parte del archipiélago de las Pequeñas Cícladas, situado al sur de Naxos en el centro del Egeo griego. Dos islas parecidas en tamaño y belleza pero muy distintas en ocupación. Pano (la alta) tiene una cierta infraestructura turística y además recibe barcos de otras islas con turistas que van a pasar el día. Kato (la baja) está casi deshabitada y sólo llegan visitantes de día desde la cercana Pano.

A Pano le dediqué hace años un poema rimado, cosa única en mis "Cuadernos de las islas griegas" cuyos poemas son mucho más libres; sería por esa contradicción entre su belleza y la relativa invasión turística que la asalta. He vuelto años después, espero volver a repetir pronto, y sigue igual con sus luces y sus sombras.

Pano Kufonisi. Al fondo Keros y la derecha Kato Kufonisi

Playa puerto de Pano Kufonisi

PANO KUFONISI

En la mañana despunta el día,
isla tan leve
que caminando la circunvalas
en tiempo breve.

Pano preciosa, pequeña Jora
junto al canal,
puerto en la cala, casas pintadas
de azul y cal.


Hay tamariscos y muchas flores:
geranios rojos,
damas de noche, rosas de china,
miles de antojos.

Hacia otras islas, puentes de brillos,
y en la ribera
aguas turquesas, playas doradas,
dulce frontera.


Pero las joyas si son preciosas
tienen adictos
y al poco tiempo muere la calma,
nacen conflictos.

Tribus de “guiris” llenan la arena,
por barca y bus;
¿de dónde vienen tantos turistas
de repelús?

Busco cobijo, mas no hay taberna
sino snack bar,
por suerte al menos sigue reinando
el mismo mar.

Sigo el camino y entre las rocas
hay paraísos
donde la costa le da refugio
al insumiso.

No todo es bueno, no todo es malo
y la belleza,
por mi desgracia, no es solitaria
naturaleza.

Isla minúscula, isla magnífica.
Quizá invadida,
quizá turística, pero aún no eres
isla perdida.

Ricardo Fernández Esteban ©



Playa en Pano Kufonisi
Rocas en Pano Kufonisi



Bahía en Pano
Bahía en Pano










A Kato Kufonisi, la isla hermana de Pano que está prácticamente deshabitada, le dediqué otro poema, también hace años y sin el corsé de la rima. Entonces quedé deslumbrado por su pureza y tranquilidad. No he vuelto a desembarcar en Kato (si que he fondeado en alguna cala), pero espero hacerlo pronto y ojalá mantenga lo que me sedujo.

Enbarcadero en Kato Kufonisi

La iglesia (Panagía) de Kato Kufonisi

KATO KUFONISI

Kato, poco que ver con Pano,
sólo doscientos metros de canal,
sólo doscientos metros de agua azul,
aíslan esta isla de su hermana.

Un simple embarcadero de hormigón,
la taberna, la iglesia,
y unos restos de casas en el campo
reciben a pocos y diurnos visitantes;
lo demás es la isla, la isla en bruto,
lo de menos nosotros,
que tomamos la senda de las playas.

No hay más, ni carreteras,
ni bares en las playas, ni pensiones,
no hay nada más en Kato que “volver”:

Volver a disfrutar de azules infinitos,
a veces blanqueados por crestas de “meltemi”.

Volver a andar sus campos, ver sus flores,
perderse en sus arenas o en sus rocas.

Volver a recorrer puentes de plata
que tiende el sol de tarde sobre el mar.

Volver a sumergirse en esa luz
que es pura y simplemente transparencia.


Volver a contemplar ese horizonte roto
por perfiles de islas que ocultan otras islas.

Volver a una isla griega que se mantiene pura,
volver al paraíso, desembarcar en Kato.

Ricardo Fernández Esteban ©


Kato Kufonisi 
Kato Kufonisi

En este enlace encontraréis información sobre Por las islas griegas, revisado y ampliado en 2023, que es una guía poética de mis últimos 25 años por más de 70 islas, en la que, además de poemas, encontraréis mis anotaciones sobre mis playas, restaurantes, hoteles y otros lugares que prefiero. Aquí lo podéis conseguir en Amazon; si preferís las librerías físicas, hay ejemplares en Altaïr (Gran Vía 616, Barcelona).