(Entrada actualizada en V-22) Ana Montojo (Madrid, 1949) dice que llegó tarde a la poesía, pero llegó bien, con la experiencia y el buen hacer que dan los años, sabiendo combinar perfectamente texto y ritmo. Yo también he llegado tarde a ella, pero me he convertido en uno de sus admiradores. A entrada entrada que le dediqué hace años, le he añadido un poema y he publicado un artículo en "Las nueve musas" sobre su poética tras leer su antología personal "Por si esto fuera poco"
PERFECCIONISMO
Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño.
(Joaquín Sabina)
Es enternecedor
ese esmero tan tuyoen lograr la excelencia del destrozo
sin una concesión a la chapuza;
ese don especial
de llamar a las cosas por su nombre.
Se trata
de no dejar resquicio a la esperanza
ni piedra sobre piedra;
de matar los recuerdos,
no vaya a ser que alguno fuera hermoso
y nos traiga de pronto
un instante de duda inoportuno.
Me lo dijiste
con esa forma tuya de mirarme
y esa necesidad de hacerme daño.
Con ese virtuosismo que despliegas
solo para alcanzar
la máxima expresión de la derrota.
Ana Montojo
LOS VAQUEROS
Recuerdo aquel verano -el del sesenta y cinco-
cuando eras aquel chico tan guapo que cantaba,
al que mejor sentaban los vaqueros.
Tú eras el capricho de las nenas,
el terror de los novios,
el sueño húmedo de suegras potenciales,
y yo apenas entraba en una adolescencia
boba y muerta de miedo, sin conciencia de mí
ni de que yo pudiera valer algo.
No sé por qué demonios te fijaste
en esa chica tímida
de la pandilla de los más pequeños,
el caso es que cualquier posible contrincante
regresó a sus cuarteles y replegó sus fuerzas
ante un rival con semejante historia.
Me dejaron inerme, teniendo que lidiar
contra todas tus armas.
Dieciséis años contaba por entonces.
No hace falta que cuente lo que vino después
-largo noviazgo de pecados tristes,
muchas visitas al confesonario,
lunas llenas de cuernos,
propósito de enmienda,
dolor de corazón y al fin la boda
con el tul ilusión hecho jirones.
Cuatro hijos contando al que se fue
-revisando las fotos me preguntas
qué niño es cada uno de esos niños
que nos sonríen desde la memoria-,
el oscuro enemigo que se instaló en tu mente
hasta echarme de casa. Y los papeles rotos.
Muchos años perdida en espejismos
queriéndome morir más de mil veces,
pasiones desbordadas y un futuro imperfecto
por no saber cortar el hilo de la culpa
porque estabas ahí, tú siempre estabas,
tú y tu inmisericorde soledad,
la que todas las noches dormía a mi costado.
Pero ya no es cuestión
de andar pidiendo cuentas a la vida.
Ahora que ya no eres
ese chico tan guapo y los vaqueros
no te sientan tan bien, sabrás que existe
otra forma de amar
que no entiende de orgasmos,
que no va a derretirse entre gemidos,
pero que hoy, precisamente ahora
no va a dejarte solo.
Las horas contadas. Ana Montojo
deja las manos quietas y, de una puta vez,
mírame tres segundos a los ojos.
Ana Montojo
Por último, acabo de descubrir este poema en su muto de facebook, y no me resisto a copiarlo:
GINTONIC
Solo me juzgo por lo que siento,
no por lo que razono.
(Montaigne)
cuando eras aquel chico tan guapo que cantaba,
al que mejor sentaban los vaqueros.
Tú eras el capricho de las nenas,
el terror de los novios,
el sueño húmedo de suegras potenciales,
y yo apenas entraba en una adolescencia
boba y muerta de miedo, sin conciencia de mí
ni de que yo pudiera valer algo.
No sé por qué demonios te fijaste
en esa chica tímida
de la pandilla de los más pequeños,
el caso es que cualquier posible contrincante
regresó a sus cuarteles y replegó sus fuerzas
ante un rival con semejante historia.
Me dejaron inerme, teniendo que lidiar
contra todas tus armas.
Dieciséis años contaba por entonces.
No hace falta que cuente lo que vino después
-largo noviazgo de pecados tristes,
muchas visitas al confesonario,
lunas llenas de cuernos,
propósito de enmienda,
dolor de corazón y al fin la boda
con el tul ilusión hecho jirones.
Cuatro hijos contando al que se fue
-revisando las fotos me preguntas
qué niño es cada uno de esos niños
que nos sonríen desde la memoria-,
el oscuro enemigo que se instaló en tu mente
hasta echarme de casa. Y los papeles rotos.
Muchos años perdida en espejismos
queriéndome morir más de mil veces,
pasiones desbordadas y un futuro imperfecto
por no saber cortar el hilo de la culpa
porque estabas ahí, tú siempre estabas,
tú y tu inmisericorde soledad,
la que todas las noches dormía a mi costado.
Pero ya no es cuestión
de andar pidiendo cuentas a la vida.
Ahora que ya no eres
ese chico tan guapo y los vaqueros
no te sientan tan bien, sabrás que existe
otra forma de amar
que no entiende de orgasmos,
que no va a derretirse entre gemidos,
pero que hoy, precisamente ahora
no va a dejarte solo.
Las horas contadas. Ana Montojo
No hay demasiada información de Ana Montojo en las redes. Que yo sepa, ha publicado ocho libros de poemas: La niebla del tiempo (2010), Plantas de Interior (2012), Vivir con lo puesto (2015), “Ese atronador silencio de los pájaros” (2016), “Jaime” (2016), Las horas contadas (2017), Un solo de saxo y Daños colaterales (2019), y una antología personal Por si esto fuera poco (2021) donde recoge sus poemas preferidos que escribió la pasada década. Aquí tenéis una bio y bibliografía y este es su blog El humo ciega mis ojos , del que he rescatado este otro poema.
MÍRAME
Deja ya de
mirar hacia la calle
mientras la
camarera nos pregunta
si queremos
la leche bien caliente
o si la
preferimos más bien tibia.
No me hables
más del tiempo, que ya sé
que hace un
calor impropio de estas fechas,
ni repitas
de nuevo
las sandeces
que dicen los políticos,
que ya me
tienen harta.
No muevas
más las manos en el aire
ni te subas
las mangas ni te abroches
por enésima
vez
el último
botón de la camisa;
déjala un
poco abierta, que me ponen
esos vellos
rebeldes que se asoman
como
pidiendo guerra.
No me
cuentes la última película
ni ese libro
tan gordo que has leído.
Cállate, por favor, calla un momento,deja las manos quietas y, de una puta vez,
mírame tres segundos a los ojos.
Ana Montojo
Por último, acabo de descubrir este poema en su muto de facebook, y no me resisto a copiarlo:
GINTONIC
Hoy, tras mucho pensar, he decidido
inventarme una vida,
dejar de lamentarme por lo que ya no tiene
ninguna solución ni vuelta atrás
y fabricar recuerdos que nunca sucedieron.
A quién va a interesar, al fin y al cabo,
que sea o no verdad lo que yo cuente;
a esta edad lo que importa es tener una historia
que despierte en los otros una pizca de envidia
y una añoranza dulce en nuestras noches.
¿Recuerdas aquel día -¡qué torpeza!-
que se vertió el gin tonic?
Cayó por la abertura de mi escote
y estabas tan sediento que bebiste
las gotas que rodaban por mi pecho.
Era tanto el calor que nos pasábamos
los cubitos de hielo, goteaban
en tu boca y la mía.
Y más tarde encontraste
una piel de limón sobre mi vientre
y algún granito de pimienta rosa.
-Ya no me gusta el whisky -sentenciaste-
quisiera otro gintonic.