David Castillo (Barcelona, 1960) es poeta, novelista, periodista y crítico literario. Ha recibido numerosos premios y es un dinamizador de todo tipo de actividades literarias, lo que lo convierte en una referencia fundamental en el mundo cultural en Cataluña. Aquí lo trataremos como poeta en castellano, aunque el escribe indistintamente en catalán o castellano, idiomas entre los que se suele traducir, lo que para mí es una ventaja. Quién mejor que el autor para versionarse en otras lenguas, si las domina.
PASA DE LARGO (WALK ON BY)
No fue garantía de nada
la invitación a fumar del falangista
que intentaría apuñalarme en Beirut.
Lo intuía: tanta palabrería
sobre los maronitas y la hermandad cristiana
con el único objetivo de enviarme antes al infierno.
'Walk on by', “pasa de largo”, ronroneaba
la cantante del dancing del hotel,
una cueva de chicas de todas las religiones espectrales
conducidas allí por los avatares de la guerra.
“Pasa de largo”, me repetía cuando sus pestañas
mostraban la bandera azul de sus ojos.
Era otra forma de guerra:
el dominio del dólar o las expectativas del sexo
entre todo un catálogo de destrucción:
cada barrio, una mafia;
cada secta, un ejército;
cada casa, el rastro de los proyectiles;
cada mujer, el silencio.
Después de hacer el amor, agarrada a mí,
decías que los bombardeos israelitas no te dejaban dormir.
¿Los otros, sí?
“sientes una ciudad quebrarse y todos a temblar”
a lo que Paul Newman me responde
“no es suficiente con tener talento,
hay que tener carácter también”.
Y bajamos por las escaleras del Mandala
hacia la torre del Putxet donde Cristian
convoca a los pájaros y los invita a comer.
La tarde se vuelve arisca y las plantas
invaden el jardín hasta transformarlo
en un epígono del parque, aducirlo,
penetrarlo como la fresa se come la naturaleza
con el agua que la paraliza.
Balbuceamos en un rincón de la vida,
un nuevo verano, el más extraño de todos
quizás, o quizás no. Una broma pesada,
un instante indeseable,
un poco más de carbón en la caldera.
El deseo vive en las habitaciones de arriba
y la vista supera cualquier expectativa del infierno,
dulce panel sucumbe a mirada desafiante
ante el anteojo de Tristan Tzara
o los versos huecos de Cioran,
“El hechizo de la tristeza se parece a las olas
invisibles de las aguas muertas.”.
Le falta un ojo al barman del infierno,
dice haberlo perdido en Bosnia
mientras desactivaba una mina.
Abre su camisa y nos muestra
los estragos en su piel quemada
mientras redime culpas sirviendo veneno.
La rata gigante fuma en silencio,
su amante grisáceo huele el chino
abúlico y con parsimonia mira las huellas
danzarinas de la ronda anterior en el tapete.
Las apuestas duras hacen pasar el tiempo
sin demora, candente, emotivo melodrama
en el patio de atrás donde nadie discute.
Tu sino será resistir sin ningún esfuerzo.
David Castillo. (Inédito)